Me gustabas.


Me gustabas.

Con la de gente que hay en el mundo.

Con lo complicado que es el encuentro.

Me gustabas por cómo eras y no por lo que opinabas.

Con lo difícil que es gustar siendo tú.

Me gustaba tu manera de usar los emoticonos.

Pajarito, explosión, gatito enamorado.

Tu forma de combinar lo predeterminado para mí.

Hacían de ese lugar común un espacio secreto.

Me gustabas.

Y por eso te lo decía.

Porque yo nunca digo lo que no siento.

Porque no sé callarme lo bonito.

Porque no puedo, ni tampoco quiero.

Te parecerá extraño pero sentí cosas las tres veces que nos besamos.

No fueron cosas relacionadas con una cama.

Sino cosas que me arrancaron de la rutina.

Cuando te besé no tenía que pensar en mí.

Ni en lo correcto.

Ni en las elecciones.

Me gustabas.

Y por eso me hubiera gustado abrazar dormido a ti.

Y en la mitad de la noche, no sé, tirarme un pedo y reírnos los dos.

Te parecerá extraño pero te hubiera querido siempre.

Porque sentí, por un segundo, que podía descansar una vez.

Me hubiera desmayado como una cáscara para que me sujetaras.

Y me llevaras en el asiento del copiloto inconsciente.

Atravesando ciudades, pueblos y fronteras.

Y despertarme en el bosque.

Contigo.

Lejos de la mugre, del WiFi, o de la muerte.

Y allí dejarme llorar y que me rodearas como nunca me he dejado.

En silencio.

Como cuando leo, escribo o hago fotos.

Mientras,

enredaderas,

ramas,

y lombrices,

harían fuera su trabajo.

Me gustabas.

Y se me han quedado tantas cosas en el futuro.

Tantos besos como poros había.

Y un cine.

No sé qué voy a hacer con lo que me gustabas.

Tal vez pinte de una vez la pared.

O haga una tarta.

O vuelva a sacar a pasear perros del albergue.

Seguramente este post.

Ya está.

Esta es mi despedida de todas las cosas sencillas que iba a procurarte.

De lo que me hubiera gustado y no ha sido.

Y qué bien.

Porque si no ha sido es porque otra cosa puede ser.

Porque no es el final.

Porque, de momento,

hay caracoles,

raíces,

y niños abriendo regalos.

Ahora sólo debo seguir construyendo.

Alguien vendrá un día con una pieza de otro puzzle.

Y encajará aunque no sea el de mi paisaje.

Y entonces,

haremos de nuevo el mundo.

Roy Galán.

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