Estoy aprendiendo a no correr detrás de nadie.






Estoy aprendiendo a no correr detrás de nadie. A entender que quien quiere estar, se queda. Y quien se va, ya había empezado a irse mucho antes. Estoy entendiendo que no todo es culpa mía. Que no tengo que salvar lo que no se quiere salvar solo. Que no tengo que insistir donde ya no hay respuesta. Estoy aprendiendo a dejar de forzar, a no idealizar, a no perderme por retener lo que claramente no quiere ser parte de mi vida. A veces duele. Pero también libera. Porque soltar no es rendirse.

Es elegir la paz.

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