"Escrupuloso" es una de las palabras más fascinantes de nuestro vocabulario.


Su definición primaria es: "una duda o vacilación
que golpea a la conciencia de que algo está bien o mal.
"Scrupolo" proviene del escrupulus latino, que literalmente
significa "pequeña piedra puntiaguda".
En la antigua Roma, los legionarios a menudo encontraban guijarros insidiosos en sus sandalias militares.
Estas pequeñas piedras se quedan atrapadas entre la suela y el pie, causando una constante molestia.
En ese momento, el soldado tenia que hacer una elección difícil: soportar el dolor y seguir marchando, o detenerse para quitar el guijarro, pero arriesgándose a ser castigado por frenar a las tropas.
Mientras tanto, senadores, tribunos y otros hombres de poder viajaban cómodamente a caballo o en carro: no tenían guijarros que soportar. Ningún fastidio. Ningún escrúpulo.
Aquí es donde se origina la idea de que la gente en el poder a menudo "no tiene escrúpulos": no sienten la molestia moral que ralentiza a la gente común.
Con el tiempo, esa pequeña piedra se convirtió en un símbolo de conciencia: una duda interior que nos pica cuando algo no parece correcto. Y así "tener escrúpulos" se convirtió en un signo de sensibilidad moral.
Al final, aquellos que no tienen escrúpulos ya ni siquiera sienten ese pequeño e incómodo guijarro de la ética en el zapato de la conciencia.
Edardo de Blasio Arte de Arman Ohanyan

Comentarios

Publicar un comentario