El precio invisible de los hábitos cotidianos.


Crees que el cansancio se calma con otra taza de café, cuando en realidad tu cerebro lo que necesita es descanso.
Piensas que una comida rápida te llena el corazón de energía, pero lo único que hace es desgastarlo en silencio.
Confías en que el azúcar te da alegría pasajera, sin notar cómo tu páncreas se consume intentando equilibrarla.
Buscas refugio en una copa para soltar tensiones, mientras tu hígado carga un peso que no le corresponde.
Y en cada bocanada de humo sientes alivio momentáneo, sin escuchar el suspiro de tus pulmones pidiendo aire limpio.
No es lo que haces una vez, es lo que repites cada día lo que determina tu destino.
Tus órganos no necesitan estimulantes ni escapes. Necesitan que los cuides, porque son ellos quienes sostienen tu vida en silencio.
Web

Comentarios