EL MITO DE SILENO.
EL MITO DE SILENOLA PARADOJA DE EXISTIR
Cuenta la leyenda que el rey Midas, obsesionado con la pregunta esencial, acorraló al sabio Sileno en el bosque para interrogarlo: "¿Qué es lo mejor y más ventajoso para el ser humano?". La respuesta, cargada de una risa estridente, atravesó los siglos como un dardo envenenado:
"No haber nacido, no ser, ser nada. Y, en segundo lugar, morir pronto".
Esta sentencia, recogida por Nietzsche en El nacimiento de la tragedia y presente en múltiples tradiciones griegas (desde Teognis de Mégara hasta Sófocles), parece sumirnos en la desesperanza. La vida como castigo, la fugacidad como condena, el dolor como compañero inevitable.
Sileno habló, y su risa fue cuchillo:
“Lo mejor sería no haber nacido.
Lo segundo, morir pronto.”
Una sentencia que quiebra el alma…
y, sin embargo, abre los ojos.
Porque la vida no es un banquete eterno,
sino un instante frágil, un respiro prestado,
un cuerpo que se desgasta en su propia danza.
¿Es castigo?
¿Es condena?
No.
Es tragedia…
y la tragedia es sagrada.
Amar la vida no significa negar la herida,
sino besarla.
No es huir del dolor,
sino arder en él hasta volverlo canto.
La plenitud no está en lo eterno,
sino en lo fugaz:
un gesto,
un encuentro,
un destello que se enciende y se apaga,
pero que, mientras dura, ilumina el universo.
Estamos hechos de polvo y de fuego.
El secreto no es sobrevivir…
es vivir como quien baila
aun sabiendo que la música se acaba.
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