EL CANDIL.
La palabra candil viene de la voz arabe qandil que quiere decir: lampara, a su vez proviene del griego kandele que quiere decir: vela.
Entonces la lampara es un objeto muy habitual en nuestros días, basta pulsar un botón y tenemos luz.
Pero el objetivo es saber su evolución desde sus orígenes.
Se dice que las primeras lamparas o el candil se construyeron muchísimos años atrás, utilizando para ello piedras ahuecadas en donde se colocaba porciones de sebo para dar luz, estos rudimentarios objetos se encontraron en Mesopotamia, Francia y España los mismos que carecían de una mecha (pabilo o filamento torcido).
Hacia los años 1000, ya se utilizaba la mecha produciendo una mejor luz y menos humo.
Luego aparecen lamparas en distintas formas, algunas en forma de pocillos con diversos huecos por donde asomaban las mechas de cañamazo (tela, lienzo) o fibra vegetal.
Pronto aparecieron lamparas hechas de hierro y bronce adoptando formas caprichosas.
El genio italiano Leonardo da Vinci, le añadió a la lampara un tubo de vidrio para resguardar la llama de las corrientes de aire.
Por los años 1600, se consideraba un articulo de primera necesidad.
El uso de los candiles con aceite estaba generalizado, lamparillas en forma de vaso de hierro, de hojalata con pico por donde se introducía una torcida de algodón (mecha) para encender la llama (luz), estos objetos estaban provistos de un mango para ser colgados en cualquier lugar.
En 1784, el fisico suizo Francois Pierre Aimé Argand, le adopto una chimenea y torcidas huecas para aportar oxigeno a la llama, reduciendo el humo, olor y parpadeo.
En el siglo XIX, el candil sufre un golpe duro con la aparición del petroleo.
En 1859, el polaco Ignacy Lukasiewicz fabricó la lampara a kerosene.
A finales del siglo XIX, se dio paso a las lamparas eléctricas incandescentes de manera generalizada.
Web
Comentarios
Publicar un comentario