Y si el tiempo no es como lo percibimos, ¿Qué pasa con la causalidad?


 Y si el tiempo no es como lo percibimos, ¿Qué pasa con la causalidad? ¿Cómo afecta esto la idea de “Dios” como causa primera?


Ahora sabemos que, desde el punto de vista de la física, el tiempo no es una entidad absoluta ni que fluye de manera lineal e inmutable del pasado al futuro, tal como lo percibimos en nuestra vida cotidiana. La teoría de la relatividad de Einstein demuestra que el tiempo es relativo y depende del observador, de su velocidad y de la intensidad del campo gravitacional en que se encuentra. En un entorno con gravedad extrema o moviéndose a velocidades cercanas a la de la luz, el tiempo se dilata, es decir, transcurre a un ritmo diferente respecto a otros marcos de referencia.

Y las señales satelitales de comunicación y el sistema GPS han confirmado que el tiempo es relativo, debido a los efectos que en ellos producen la relatividad especial y general de Einstein. Combinando ambos efectos, los relojes en los satélites avanzan 38 microsegundos más rápido por día que los de la Tierra, y si este desfase no se corrigiera, el GPS perdería precisión rápidamente, generando errores de varios kilómetros en cuestión de horas. Así que, para evitarlo, los sistemas de navegación ajustan continuamente los relojes satelitales aplicando las ecuaciones de Einstein, lo que confirma experimentalmente que el tiempo es relativo y depende tanto de la velocidad como de la gravedad.

Pero hay algo más: resulta que partir de Einstein, comenzó también a comprenderse que el tiempo no es un fenómeno que fluye infinitamente hacia el futuro, tal como siempre lo hemos percibido, es decir, de una forma secuencial y lineal, como lo capta nuestra conciencia. Ahora la física sugiere que eso es ilusorio, por lo que nuestra noción de pasado, presente y futuro estaría definida solamente por nuestro sistema biológico-sensorial, y por supuesto, por la interpretación de nuestro cerebro.

Es decir, nosotros percibimos el tiempo desplazándose siempre hacia el futuro, lo que los científicos llaman “la flecha del tiempo”. Sin embargo, las ecuaciones matemáticas que usamos para describir lo que nos rodea, no tienen una flecha del tiempo, y funcionan igual si el tiempo se mueve hacia adelante o hacia atrás, y las leyes de la física tampoco parecen distinguir entre futuro y pasado. Entonces, por extraño que parezca, según las leyes de la física, resulta posible que los hechos se desarrollen en el orden inverso, es decir, hacia el pasado. Y ciertos experimentos de mecánica cuántica sugieren ahora que la causalidad puede no estar estrictamente orientada en una sola dirección, desafiando nuestra comprensión tradicional de un tiempo que avanza inexorablemente del pasado al futuro.

¿Qué significa esto? La posibilidad de que la causalidad tampoco sea necesariamente entonces un proceso lineal que va del pasado hacia el futuro. En efecto, por raro que nos parezca, un experimento cuántico reciente [1] [2] sugiere que las condiciones actuales podrían influir en sucesos pasados, lo que replantea preguntas fundamentales sobre nuestra percepción del tiempo y, por ende, sobre la idea de “Dios” como la causa primera del universo.

Todos sabemos que la mecánica cuántica es profundamente contraintuitiva. Como decía el físico estadounidense Richard Feynman, ganador del Premio Nobel de física en 1965, “Nadie entiende la mecánica cuántica”. Como también decía: “Si usted piensa que entiende la mecánica cuántica es que no la ha entendido”. Pero tratando de explicar el experimento a que nos referimos, denominado “borrador cuántico de elección retardada”, éste viene siendo una variación del famoso experimento de la doble rendija, donde una partícula, como un fotón, puede comportarse como onda o como partícula, dependiendo de si se observa o no su trayectoria.

Debemos comprender ante todo que existe el fenómeno llamado “entrelazamiento cuántico”, en el cual dos o más partículas quedan conectadas de tal manera que, sin importar la distancia que las separe, lo que le pase a una afecta instantáneamente a la otra. Es un fenómeno que desafía nuestra intuición, porque parece que la información viaja más rápido que la luz, aunque en realidad no se puede usar para enviar mensajes de esa manera. Sin embargo, este fenómeno ha sido comprobado en experimentos, y es la base de tecnologías avanzadas como la computación cuántica y la criptografía cuántica.

Pues bien, en el experimento del “borrador cuántico de elección retardada”, se tienen dos fotones entrelazados cuánticamente, realizándose una medición en uno de ellos después de que su pareja ya ha pasado por las rendijas y ha sido detectada en la pantalla. Y sorprendentemente, la elección de qué medir en el segundo fotón parece determinar si el primer fotón mostró un patrón de interferencia o no, incluso si esta decisión se toma después de que el primer fotón haya sido detectado. O sea: ¡Es como si la información viajara hacia atrás en el tiempo para influir en un evento ya ocurrido! [1] [2]

¿Y qué implicaciones tiene esto en la causalidad y la concepción de “Dios”? Pues, tradicionalmente hemos concebido la causalidad de una manera lineal, asumiendo que siempre una causa precede en el tiempo a su efecto. Y esta visión sustenta muchas creencias filosóficas y religiosas, incluyendo la idea de “Dios” como causa primera del universo. Sin embargo, los resultados de los experimentos cuánticos desafían esta lógica, al demostrar que, en ciertas circunstancias, la relación entre causa y efecto puede no ser tan clara ni tan lineal. Y si las condiciones actuales pueden influir en eventos pasados, la noción de un "comienzo absoluto" del universo se vuelve problemática. En lugar de una cadena de causalidad que va del pasado al futuro, podría haber una interconexión más compleja donde el tiempo mismo no es absoluto.

Y si el tiempo y la causalidad no funcionan como los percibimos, entonces la idea de un “Dios” que crea el universo en un punto fijo del pasado podría ser un modelo obsoleto. Ya que la física cuántica sugiere un cosmos donde la causalidad podría ser flexible, e incluso el pasado podría no estar completamente determinado hasta que ocurran ciertos eventos en el futuro.

Esto nos lleva a una conclusión provocadora: si el pasado y el futuro pueden estar entrelazados de maneras que no comprendemos completamente, entonces la necesidad de una Causa Primera que inició todo podría desvanecerse. Y en este marco, la existencia del universo podría no requerir un creador en el sentido tradicional, sino que podría ser un sistema autorreferencial sin un punto de inicio absoluto.

Definitivamente la física cuántica está muy lejos de ser comprendida completamente, y su relación con la filosofía y la religión sigue siendo un campo abierto de discusión. “Nosotros evolucionamos para navegar en un mundo de objetos de tamaño mediano que se mueven a velocidades medias, pero la realidad cuántica opera con reglas diferentes.” “Nuestros cerebros evolucionaron para navegar en un mundo de objetos clásicos y tiempo lineal. El reino cuántico opera con reglas fundamentalmente diferentes que podemos describir matemáticamente, pero nos cuesta conceptualizar” [1].

Sin embargo, lo que sí está claro es que nuestras concepciones tradicionales del tiempo, la causalidad y la existencia misma, están siendo desafiadas. Si el presente puede afectar el pasado, ¿dónde queda la necesidad de un creador que dé inicio a todo?

A medida que la ciencia avanza, las respuestas fáciles que antes ofrecía la religión pierden fuerza frente a las complejas y fascinantes realidades del universo cuántico. Quizás sea el momento de admitir que la búsqueda del conocimiento nos lleva más allá de los dogmas, y nos invita a explorar un cosmos donde la causalidad y el tiempo son mucho más misteriosos de lo que alguna vez imaginamos.

[Godless Freeman]
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