Rodrigo de Triana era del pueblo de Lepe.


 Dos horas pasada la medianoche, en la madrugada del 12 de octubre de 1492, Rodrigo de Triana se convierte en el vigía que avistó el Nuevo Mundo al grito de “¡tierra!” desde el palo mayor de la Pinta. Sin embargo, tal y como aparece en el extracto que de Las Casas realizó del Diario de a bordo del primer viaje, Rodrigo de Triana podría no haber sido el primero en ver tierra. Cristóbal Colón aseguró haber divisado una luz la noche del 11 de octubre, y al aparecer oficialmente tierra al día siguiente, reclamó haber sido el primero en ver tierra, y por lo tanto tener derecho a cobrar los 10.000 maravedís prometidos por los Reyes Católicos como recompensa al primero que avistara tierra.

Colón se justificó diciendo que a las 10 de la noche del día 11, estando en el castillo de popa de la Santa María, vio “lumbre”, pero le pareció algo confuso. Antes de dar albricias, llamó a Pedro Gutiérrez, que también la vio, pero el veedor Rodrigo Sánchez de Segovia no pudo verla por lo que decidió no dar el aviso convenido sin asegurarse.


No obstante, quien ha pasado a la historia como aquel que dio el aviso del descubrimiento del Nuevo Mundo fue Rodrigo de Triana, aunque al parecer su verdadero nombre era Juan Rodríguez Bermejo, vecino de Los Molinos (Sevilla), tal y como indican numerosos historiadores de reconocido prestigio como la investigadora norteamericana Alice B. Gould, quien logró elaborar una lista de 90 marineros de la expedición profusamente documentada, que es la mejor y más completa que se conoce. Por un error de trascripción realizado por el escribano que copió en Barcelona el Diario que Colón entregó a los Reyes Católicos tras su regreso en 1493, pasó a la historia como Rodrigo de Triana. Según este razonamiento, Rodrigo no es nombre, sino el apellido “Rodríguez” mal copiado.


Lo que el conocido como Rodrigo de Triana había avistado era la pequeña isla Guanahani, en el archipiélago de las Lucayas (Bahamas), llamada por Cristóbal Colón San Salvador por ser la primera tierra divisada tras el duro viaje que supuso atravesar el desconocido Atlántico. La llegada a tierra tranquilizó momentáneamente el ánimo de los expedicionarios, que se habían revelado en el viaje de ida, y que habrían regresado a la Península de no ser por Martín Alonso, capitán de la Pinta.


El caso de este marinero es excepcional, pues es uno de los pocos tripulantes del viaje que, fuera de los nombres de los capitanes y personajes famosos, aparece recogido en documentación oficial de estado. Para los cronistas y demás escritores de la época, marineros y grumetes carecían de todo interés histórico. Eran personas humildes que tan sólo ocasionalmente llegaron a ser objeto de noticia. Este es el caso de Rodrigo de Triana, recogido en varios documentos como el extracto del Diario, o crónicas como la del padre Las Casas, Hernando Colón u Oviedo, como el primer expedicionario que vio tierra. Formaba parte de la tripulación de la carabela Pinta, capitaneada por Martín Alonso Pinzón, que era más rápida que la nao Santa María, capitaneada por Cristóbal Colón, y la carabela Niña, capitaneada por Vicente Yáñez Pinzón.

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