Síndrome del ayudante.


Me resisto al impulso de ser el “buen” ayudante


No tengo que cuidar a las personas pensando por ellos. La intimidad no es acerca de ayudar a las personas hacer las cosas bien, sino más bien en apoyarlos y estar de su lado. Hoy me resisto a la inclinación de dar “pequeños sermones” a aquellos que me importan. No tengo que ser una fuente continua de buen sentido, consejo y sabiduría infinita. La intimidad quiere decir que puedo simplemente estar con alguien. No tengo que cuidar a las personas para penar o sentir por ellos. La intimidad florece cuando permito a otros la dignidad de hacer sus propias decisiones y aceptar sus propias consecuencias.

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