Para esa niña.
Para la niña que siempre supo que el mundo contenía magia y maravilla, belleza y bondad, incluso cuando el dolor era suficiente para tragársela entera. A la pequeña y joven que solía ser, le debo mucho a su corazón que nunca perdió la esperanza. No dejo que el yo adulto cubriera completamente mi corazón con hormigón, mantuvo viva la vieja canción que susurra en mis huesos.
Cuando este mundo humano era demasiado doloroso para estar en él, ella sabía que este paisaje natural, por dentro y por fuera, todavía contenía fuerza, coraje, medicina y ternura. Y ahora vuelvo a ella cada día más, cerrando el circulo; con gratitud inconmesurable.
- Brigit Anna McNeill.
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