Despedida.



  Una mañana de primavera  fui cargando mi equipaje llevando todo lo mío, también conmigo todo lo vivido... Me fui, porque me dijo que ya no me amaba, se había cansado de mí y que yo me había olvidado de amar. Fue muy triste despedirme y no podía comprender por qué dejó de amarme o bien no vi la realidad. 

  Yo nunca lo engañé, era mi primer y único amor y no comprendía que es lo que había pasado. Sus palabras sonaban a rencores y sin más me quedé sin ese gran amor. Mi cariño era todo su tesoro pero tomó la decisión de terminar conmigo,  el motivo solo lo suponía sin tener certezas porque nunca me había enterado de nada o fue una gran simulación los años vividos...   

  Un día ya lejano recibí una llamada en donde me pedía perdón por haberme traicionado, entregando su corazón a otra persona que no lo merecía y suplicaba llorosamente que volviera a su lado. Ahí me enteré del motivo del porqué dejó de amarme y pidiéndome que me vaya de su lado, la ficha cayó de golpe y comprendí que yo no era la culpable.

   Ahora me pedía que volviera, que nunca me hubiera dejado de amar, que por favor olvidara todo y volviéramos a empezar. Le contesté que era ya muy tarde para volver porque me había enamorado nuevamente y que nos amábamos mucho... 

  Le pedí que me perdonara, quizás me equivoqué en alguna cosa que no le agradó o yo solo era la persona en el lugar equivocado con la persona no indicada.

   Tal vez  no supe amar como lo merecía... Me despedí muy triste deseándole que encontrara la felicidad que merecía. Pasando un tiempo volví por el lugar donde supe vivir y me enteré que había fallecido. 

  Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y un mía culpa colmó todo mi ser. Nunca más se comprometió con nadie, se dio al abandono y murió de tristeza. En ese instante comprendí que por cobardía y rencor un gran amor se puede convertir en el peor recuerdo. Y que los reproches solo hacen preenjuiciar y envenenar la confianza y los sentimientos se echan como si nada. Como aquella mañana de primavera, desorientada al saber que ese gran amor ya no perfuma mis jardines 

Erica Zabala 

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