El árbol que se recuperó de un infierno.


6 agosto de 1945, seguro que habéis identificado la fecha, ya sabéis el lugar, Hiroshima, falta saber que árbol fue capaz de rebrotar tras habérsele venido encima el infierno nuclear. Fue el Ginkgo biloba.

Un ejemplar crecía en el jardín del Templo de  Housenbou  en la ciudad de Hiroshima cuando el día se tiñó de rojo a las 8:15 de la mañana.

Ese fue el primero en rebrotar, se cree que por ser las fechas que eran (verano) el árbol probablemente estaría acumulando reservas y tendría mucha agua y almidón acumuladas en el tronco,  ramas y raíces. Esto seguramente aumentó su resistencia. Lo importante es que rebrotó.

Tras ese árbol rebrotando de un evento catastrófico, le siguieron otros Ginkgos, en seguida, a esos supervivientes reverdeciendo en la zona 0 del bombardeo se les llamó “Hibakujumoku”, literalmente “árboles bombardeados” y ahora sus semillas son enviadas a todo el mundo como símbolo de paz, esperanza y resistencia.

Lo curioso es que esta especie ha pasado ya por momentos dramáticos, durante muchos años se consideró extinto, finalmente se encontraron unos pocos ejemplares creciendo en remotos templos budistas en Tianmu Shan, provincia de Zhejiang, en China.  

Pese a estar muy extendido actualmente en jardines de todo el mundo, se lo considera en peligro de extinción y aparece en la Lista Roja de la UICN, ya que está casi extinto en estado silvestre. Los jardines no garantizan su futuro, debe ser capaz de sobrevivir sin nuestra ayuda en la Naturaleza, y de momento, no está siendo así.

En 1730 unas semillas llegaron a Europa por primera vez, de ellas surgieron los primeros Gingkos que veía Europa en mucho tiempo, las glaciaciones terminaron con los últimos ejemplares del viejo continente así que aquello significaba un regreso al hogar, lo de menos es que nadie esperara su regreso, pero se le recibió con alborozo. Ahora se ha convertido en un imán impresionante, cada otoño, se reúnen miles de personas junto a él en el Jardín botánico de Utrech para admirar su coloración otoñal.

Seguramente esos árboles nos inspiran a volver a nuestras raíces primigenias, a comprender que la humanidad, como la naturaleza misma, es capaz de regenerarse y recuperarse de sus traumas y errores. Todo comienza con un primer paso, el cual puede ser tan pequeño y humilde como una semilla.

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