Carta que Fiódor Dostoyevski escribió a su hermano Mijaíl el 22 de diciembre de 1849, poco después de que su ejecución fuera suspendida en el último momento.
Carta que Fiódor Dostoyevski escribió a su hermano Mijaíl el 22 de diciembre de 1849, poco después de que su ejecución fuera suspendida en el último momento. Esta carta refleja los profundos pensamientos y sentimientos de Dostoyevski tras enfrentar la inminencia de la muerte:
San Petersburgo, 22 de diciembre de 1849.
Querido hermano mío:
No te aflijas por mí. Ahora, después de esta terrible desgracia, estoy resucitado a una nueva vida. Hasta ahora no había vivido nunca con tanta plenitud como ahora. Me ha sido arrebatado mi cuerpo, encadenado a hierro y arrastrado hacia el sufrimiento, pero mi alma ha recobrado su libertad interior. Ahora la veo más claramente que antes. Estoy renacido.
Hoy es el primer día del año nuevo que va a abrirse ante mí, y ya presiento que mi corazón está lleno de esperanzas luminosas. Mis sueños ya no serán fantasías vacías, sino algo sobre lo que puedo construir una nueva vida y alcanzar un propósito más elevado.
Hermano mío, debo contarte cómo ocurrió todo. El 22 de diciembre, fuimos despertados a las 5 de la mañana y llevados en un carro al cadalso. Allí nos informaron de que nuestra pena de muerte había sido conmutada. Pero aquel instante en el que esperábamos morir, ese momento indescriptible, me llenó de una fuerza que nunca antes había conocido.
Ahora tengo un objetivo: ser digno de cada minuto de esta vida que me han devuelto. Piensa, hermano mío, cuántos seres humanos olvidan que la vida es un don, una bendición que debemos aprovechar al máximo, cada día, cada instante.
Abrazaré la tierra que tú amas, la misma que yo amo también. Viviré por el amor, por la bondad, por la compasión, por la verdad, aunque el mundo entero se ría de ello. Porque sé que todo lo que es grande en el hombre surge de la fe en estas cosas.
Dile a todos que pienso en ellos, en ti, en todos los que amo. Si alguna vez fuiste mi esperanza, ahora eres mi fortaleza. No te preocupes por mí; sobreviviré, lo haré porque tú también estás aquí.
Tu hermano,
Fiódor.
Esta carta no solo refleja la fortaleza espiritual de Dostoyevski, sino también el impacto que esta experiencia tuvo en su vida y su obra. Después de este episodio, su visión del mundo y de la condición humana cambió profundamente, algo que se refleja en sus novelas posteriores.
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