Tuve que aceptar.


 Y tuve que aceptar

Que no sé nada del tiempo,

que es un misterio para mí

y que no comprendo la eternidad.

Yo tuve que aceptar que mi cuerpo

No sería inmortal que él envejecería

y un día se acabaría.

Que estamos hechos de

recuerdos y olvidos;

deseos, memorias,

residuos, ruidos,

susurros, silencios,

días y noches,

pequeñas historias

y sutiles detalles.

Tuve que aceptar que

Todo es pasajero y transitorio.

Y tuve que aceptar

que vine al mundo

para hacer algo por él,

para tratar de dar

Lo mejor de mí, para dejar

rastros positivo de mis pasos

antes de partir.

Yo tuve que aceptar

que mis padres

no durarían siempre 

y que mis hijos

poco a poco 

escogerían su camino

y seguirían su camino sin mí.

Y tuve que aceptar

que ellos, no eran míos, como suponía

y que la libertad de ir y venir

es también un derecho suyo

Yo tuve que aceptar

que todos mis bienes

me fueron confiados en préstamo,

que no me pertenecían

y que eran tan fugaces

como fugaz era

mi propia existencia en la Tierra

y tuve que aceptar que

los bienes quedarían

para uso de otras personas

cuando yo, ya no esté por aquí.

Yo tuve que aceptar

que barrer mi acera todos los días

no me daba garantía

de que era propiedad mía

y que barrerla con tanta constancia

sólo era una sutil ilusión de poseerla.

Yo tuve que aceptar

que lo que llamaba “mi casa”

era sólo un techo temporal

que un día más, un día menos

sería el abrigo terrenal de otra familia.

Y tuve que aceptar que

mi apego a las cosas,

sólo haría más penosa

mi despedida y mi partida.

Yo tuve que aceptar

que los animales que quiero

y los árboles que planté,

mis flores y mis aves eran mortales.

Ellos no me pertenecían

Fue difícil pero tuve que aceptarlo

Yo tuve que aceptar

mis fragilidades,

mis limitaciones y

mi condición

de ser mortal,

de ser efímero

Yo tuve que aceptar

que la vida continuaría sin mí

y cómo que al cabo de un tiempo

me olvidarían.

Escrito por Silvia Schmitt, pensadora alemana.💕✨


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