La suerte está echada.

 


Para el 49 antes de Cristo, el río Rubicón marcaba el límite entre Italia y la Galia. Por ley, los funcionarios romanos necesitaban la autorización del senado para ingresar en Italia con tropas, de lo contrario se les trataba como traidores a Roma.

⚔Durante nueve años, Julio César y su ejército habían servido bien y lealmente a Roma, se había convertido en un héroe para los romanos pues condujo a sus soldados a la Galia, esa parte de Europa que hoy incluye Francia, Bélgica y Suiza, convirtiéndola en provincia romana. Había cruzado el Rin y había sometido parte de Alemania.

Esto le hizo ganarse muchos enemigos envidiosos de sus logros y victorias. Uno de ellos era Pompeyo, que estaba dispuesto a impedir que Cesar se convirtiera en cónsul , ya que le restaba solo un año de servicio en Galia para poder regresar triunfante a la magnífica capital.⚔

Pompeyo y otros enemigos de César indujeron y manipularon al senado romano a enviar a César la orden de abandonar su ejército y regresar a Roma de inmediato; "Si no obedeces esta orden, serás considerado enemigo de la república." Se sentenció.

Julio Cesar sabia que no podría regresar solo y de una forma blanda a Roma. Reunió a los soldados de su legión y les informó del plan que se trazó en su contra. Así sus fieles hombres sin dudar marcharon junto a el hacia la capital.

Llegaron al Rubicón y se detuvo la marcha. Era sabido que al cruzar el río no habría marcha atrás. Una sangrienta guerra civil se desataría en contra de Pompeyo y el senado.

Se desconocen las palabras exactas pronunciadas por Julio Cesar, pero fueron de tal peso que motivó a sus hombres a cruzar el Rubicón.

"Podríamos retroceder. A nuestras espaldas se encuentra la seguridad. Pero una vez que crucemos el Rubicón para ingresar en Italia, la suerte estará echada. Debo elegir aquí...

Hemos cruzado el Rubicón. La suerte está

echada".

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