Paradojas.


 El antiguo filósofo griego Zenón propuso un conjunto de problemas filosóficos que llamó paradojas. Una de las más famosas es la Paradoja de la Carrera.


Supongamos que Atalanta quiere caminar hasta el final de un sendero. Antes de poder llegar al final, debe llegar a la mitad del camino. Y antes de poder llegar al final desde el punto medio, primero debe llegar a la mitad del camino desde allí. Y así sucesivamente, infinitamente. 


De acuerdo con este razonamiento, Zenón dijo que sería imposible que Atalanta llegara jamás al final del sendero. No importa cuán cerca esté del final, siempre tendría que ir primero a la mitad.


A lo largo de los siglos, se han propuesto muchas soluciones a la paradoja. La solución propuesta por el filósofo Demócrito involucraba su contribución más famosa al pensamiento occidental: el atomismo. 


Demócrito argumentó que el universo estaba compuesto de pequeñas partículas indivisibles llamadas átomos. Propuso que una vez que Atalanta alcanzara una distancia que fuera solo un átomo del final del sendero, entonces la distancia ya no podría dividirse a la mitad y, ¡voilà!, la paradoja se resolvía.


La solución propuesta por Demócrito a la Paradoja de la Carrera no ha sido particularmente bien recibida, pero su teoría atómica del universo sí lo ha sido. Se ajusta más de cerca a la ciencia moderna que cualquier otra teoría de la antigüedad.


Demócrito murió alrededor del año 370 a.C. Debido a su propensión a reír mucho (debido, se decía, tanto al hecho de que valoraba mucho la alegría como al hecho de que veía la absurdidad de "la locura humana" en todo), en su época se le conoció como "el Filósofo Risueño". 


La imagen es la pintura "Demócrito" del pintor holandés Hendrick ter Brugghen, realizada en 1628.

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