Las palabras son semillas.


 «Por suerte, las palabras son semillas que ni Monsanto puede hibridar o patentar. Semillas agradecidas, carne de perro, decía mi abuela, de esas que se aguantan la sequía y la helada. Déjenme creer que si las esparcimos en la buena tierra de nuestros niños, vamos a tener una gran cosecha. Déjenme soñar en estos días que si arrojamos palabras en el páramo, el próximo verano habrá verdor. Y hasta sembrar al viento, como de vez en cuando parece que hacemos, porque el viento hace pie en alguna parte, aunque sea lejos de nosotros. Y fecunda».


La literatura en tiempos del oprobio (2017)

Ilustración Isabel Hojas

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