Ella quizás no lo sabe.

 


Ella quizás no lo sabe, probablemente ni lo sospecha, pero vino a regarme el jardín y las flores supieron que se acercaba la primavera, me dejó de regalo un colibrí y dos mariposas que en mi pecho revolotean

Ella probablemente ni se imagina, que cuando tengo miedo la imagino convertida en golondrina, que es mi faro en noches de tormenta, que es arrullo nocturno, flor de toloache, luciérnaga.

Ella y siempre ella, y si vuelvo a nacer quiero volver a ser hoja de sus ramas, tubérculo de su raiz, pistilo de su flor, espina de su tallo, su enredadera, su heno.

Ella y yo que caminamos despacio, que tenemos los mismos ojos, los mismos brazos, ella que se dobla sin romperse, que me contagia su valentía y me hereda su nobleza, su generosidad y sus saberes.

Ella que me teje la vida a dos agujas y me borda en punto de cruz las sonrisas, ella que me deshila las heridas y me hace  collares de chaquira y alegría...

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