Confieso que en ocasiones me acecha la idea de ponerle fin a mis tormentos...

 


Confieso que en ocasiones me acecha la idea de ponerle fin a mis tormentos...

Cuando me veo sometido por la adversidad y se van desvaneciendo uno a uno los motivos para seguir luchando, quisiera dinamitar la pesadilla. Pero, ¿qué me esperará después? ¡Vaya osadía la mía! Intento divagar sobre el destino de donde nadie ha regresado, eso me basta para aferrarme y enaltecer cualquier motivo para continuar… ¡Es lo que hay!
Si la consciencia que se pregunta qué le sucederá después del acto, estará ausente en la respuesta, ¿de qué le sirve preguntárselo? Desconozco si continuar es inteligencia, gratitud, o simple conveniencia. Pero más allá de estigmatizar el suicidio, en esos momentos que la balanza tiende a su pragmatismo, más bien creo que es cobardía, como el cobarde temeroso ante la apuesta de lo único que tiene por el todo que desconoce.
Y es así que aquí seguimos, consolándonos con cuanta creencia nos acomoda.

Comentarios

  1. Mientras tanto, seguimos caminando por caminos desolados mordiendo el polvo que levantamos al respirar...

    ResponderEliminar

Publicar un comentario