Un 3 de abril de 1270, nace William Wallace en Elderslie, Escocia.




Fue un soldado escocés, que dirigió su país contra la ocupación inglesa del rey Eduardo I de Inglaterra. Tras la victoria de la legendaria batalla del puente de Stirling, arrasando por completo el ejército inglés, fue nombrado Guardián de Escocia.

Medio año más tarde sin embargo, en la batalla de Falkirk, fue el ejército inglés, que derrotó las fuerzas escocesas al mando de William Wallace.

Fue capturado el 5 de agosto de 1305 y fue juzgado y condenado a muerte por traición al rey.

Lo desnudaron y lo arrastraron por Londres, atado de los talones a un caballo desde el Palacio de Westminster hasta Smithfield. De acuerdo con el método habitual de ejecución en el siglo XIV para los casos de alta traición, fue ahorcado a una altura que no fuese suficiente para romperle el cuello, descolgado antes de que se ahogase, emasculado, eviscerado, y sus intestinos fueron quemados ante él, antes de ser decapitado. Su cuerpo cortado en cuatro partes: su cabeza se conservó sumergida en alquitrán y fue colocada en una pica encima del Puente de Londres. Sus miembros se mostraron, por separado, en Newcastle upon Tyne, Berwick-upon-Tweed, Stirling y Aberdeen.


William Wallace fue recordado y celebrado como un ídolo nacional. Su historia debió de transmitirse oralmente durante los próximos siglos, hasta que a finales del siglo XV el ministril, Harry el Ciego, compuso el épico poema "The Wallace", que fijó muchos componentes de su leyenda. Fue en el siglo XVIII, cuando el Guardián de Escocia se convertiría en un héroe nacional, un símbolo de la resistencia contra los ingleses y conmemorado a nivel mundial. 

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