Speakeasy.
Speakeasy era el nombre con el que se conocía a los establecimientos que vendía nde manera ilegal bebidas alcohólicas durante el periodo histórico de Estados Unidos (y Canadá) conocido como Prohibición o Ley Seca (1920–1932). El término puede que provenga de la forma en que un cliente habitual pedía una bebida alcohólica sin levantar sospechas: «hablar bajo» (en inglés, speak easy). La frase "speak softly shop", que significa "casa de un contrabandista", ya aparecía en un diccionario de la jerga británica publicado en 1823, pero su uso se extendió durante la Prohibición.
Ley Volstead es el nombre con el que también se conoce el Acta de Prohibición o Ley seca promulgada en 1919 en los Estados Unidos de América. La Ley Volstead venía a desarrollar la XVIII Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, en virtud de la cual se prohibía la venta, importación y fabricación de bebidas alcohólicas en todo el territorio de los Estados Unidos. Entró en vigor entró en vigor el 16 de enero de 1920 y fue derogada en 1931 con la XXI Enmienda de la Constitución norteamericana. Aunque la ley seca no terminó oficialmente hasta el 5 de diciembre de 1933.
En los Estados Unidos había existido desde el comienzo del siglo XIX un Movimiento por la Templanza, entendida primero como moderación en el comer y en el beber, luego como prohibición total de consumir alcohol, y finalmente como una condena de todo lo relacionado con el alcohol, especialmente la industria que lo producía y lo vendía. A lo largo del siglo XIX diversos líderes religiosos populares entre las masas anglosajonas del país habían insistido públicamente en regular el libre consumo de alcohol, al cual culpaban de diversos males sociales. La inmigración trajo amplias masas de inmigrantes extranjeros que no compartían sus opiniones respecto a la restricción del consumo de licores. Además, la inmigración hizo subir las estadísticas de ebriedad y de violencia intrafamiliar. Varios predicadores vinculaban la venta y el consumo de alcohol con un clima general de decadencia y con otros vicios morales tales como la prostitución. Se decía que el consumo de alcohol provocaba pobreza en las masas, enfermedades varias, demencia, y estimulaba la delincuencia, logrando normas de «prohibición total del alcohol» en pequeñas ciudades. Claro que de la falta de higiene o seguridad alimentaria en el agua, la leche u otras bebidas no alcohólicas no se hablaba.
La Primera Guerra Mundial fue aprovechada por los activistas de la templanza como una ocasión para el «mejoramiento moral» del país, resaltando que gran parte de la cerveza consumida por los estadounidenses era producida por industrias de inmigrantes alemanes, y afirmando que reducir el consumo de cerveza sería una actividad patriótica.
La Ley Seca no prohibía exactamente el consumo de alcohol, pero lo hacía muy difícil para las masas, porque prohibía la manufactura, venta y transporte de bebidas alcohólicas. Inmediatamente surgieron las formas de eludir la ley, como la venta de mosto de uva con las instrucciones precisas para que no se convirtiera en vino. Por supuesto, las clases altas habían almacenado previamente grandes bodegas, de las cuales son ampliamente conocidas las presidenciales en la Casa Blanca. Aunque si se observó una bajada inicial en las estadísticas de alcoholismo, lo cierto es que la demanda seguía siendo importante. Se siguió produciendo alcohol de forma clandestina y también importado de contrabando de países limítrofes, provocando un auge considerable del crimen organizado. Un buen ejemplo de esto fueron Al Capone y otros jefes de la Mafia estadounidense, que ganaron millones de dólares mediante el tráfico y la venta clandestina, expandiendo sus actividades criminales a casi todo el país, e involucrando la corrupción de numerosísimos funcionarios y policías encargados de hacer cumplir la ley seca. Uno de los rumores más extendidos es que el patriarca Joseph P. Kennedy Sr., padre del presidente, se enriqueció con el tráfico ilegal de alcohol.
Por otra parte se extendió la moda de beber como forma de saltarse la ley. Durante la década de 1920 la opinión pública dio un giro, y la gente decidió que había sido peor el remedio que la enfermedad. El consumo de alcohol no solo subsistió, sino que ahora continuaba de forma clandestina y bajo el control de feroces mafias. En vez de resolver problemas sociales tales como la delincuencia, la ley seca había llevado el crimen organizado a sus niveles más elevados de actividad. Además, la Prohibición había convertido una fuente importante de impuestos federales en un considerable gasto sin fondo sin resultados visibles.
En 1932 el Partido Demócrata incluyó en su plataforma la intención de derogar la ley seca, y Roosevelt prometío derogarla, con la opinión a favor de tres cuartos de la población. El Crac del 29 había estimulado al gobierno federal para buscar nuevas fuentes de financiamiento de impuestos, mientras que otros consideraban la industria del alcohol como un posible factor dinamizador de la deprimida economía estadounidense, además de ser capaz de generar nuevos puestos de trabajo.
La Ley Seca se convierte en el período conocido como "Los felices años veinte", un período de grandes negocios, diversión, jazz, cine y explosión literaria en Estados Unidos. Todo ello vinculado al mismo tiempo con el deseo de olvidar las pérdidas de la Gran Guerra. Todos los aspectos de la Prohibición han generado grandes obras literarias, el gran desarrollo del jazz y el blues y muchas y muy conocidas películas, algunas de las cuales están entre las grandes de la historia del cine.
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