Aquella noche de septiembre.
Aquella noche de septiembre, fuiste tan buena para mí... hasta dolerme.
Yo no sé lo demás; y para eso
no debiste ser buena, no debiste.
Aquella noche sollozaste al verme hermético y tirano, enfermo y triste.
Yo no sé lo demás y para eso, yo no sé por qué fui triste... tan triste
Sólo esa noche de septiembre dulce, tuve a tus ojos de Magdala, toda la distancia de Dios... y te fui dulce.
Y también fue una tarde de septiembre cuando sembré en tus brasas, desde un auto, los charcos de esta noche de diciembre.
César Vallejo
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