Molière.


 En una Francia, sacudida por la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), el mismo año que es proclamado cardenal Richelieu, principal instigador de ese conflicto bélico en el que Francia se enfrentó a las dos ramas de la Casa de Austria, la española y la alemana, en Enero de 1623, nace Jean-Baptiste Poquelin.

Descartó los dos oficios que el destino puso en su mano, el de abogado después de terminar los estudios de Derecho en Orleans, y el de tapicero que había heredado de su padre comerciante.

Así, se convirtió en un un cómico de la legua, y para no avergonzar a su familia con su profesión, tomó el nombre de Molière.

Con los Béjart, fundó L'Illustre Théâtre en 1643, realizando varias giras por Francia, pero con grandes dificultades económicas, que lo llevaron a contraer deudas, por las que cumplió penas de cárcel.

Recuperada la libertad, encontró en Luis XIV, el Rey Sol, su principal mecenas, y la compañía reinició sus actuaciones por todo el país durante más de 10 años.

Ya con el nombre de Troupe de Monsieur en 1658, regresa a París donde obtuvo su primer éxito importante con la sátira Las preciosas ridículas.

Aunque gran admirador de las tragedias de Corneille y Racine, se decantó por la Comedia.

La escuela de las Mujeres en 1662 fue su primera obra maestra, con la que se termina de ganar el favor de Luis XIV.

En Obras como Tartufo, Don Juan, El avaro, El burgués gentilhombre o El enfermo imaginario, representó temas de la vida cotidiana con un ojo crítico e implacable. Demostró la pedantería de los falsos sabios, la pretensión de la burguesía enriquecida, la corrupción de la Iglesia y las mentiras de los médicos ignorantes. Molière retrata también de extraordinaria forma los principales defectos  del Alma Humana, como la envidia, la avaricia, y el orgullo, tan presentes en todas sus Obras. Por eso recibió, durante gran parte de su vida Artística, protestas, persecuciones y amenazas incluso. Esta oposición procedía de los sectores más conservadores de la alta sociedad, la Iglesia, y políticos, a quiénes no dudó en desenmascarar.

La Francia laica y anticlerical, en el siglo de Molière estuvo gobernada por dos cardenales, Richelieu y Mazarino.

De hecho, el arzobispo de París llegó a amenazar con la excomunión a todos los que acudieran a ver Tartufo o El Impostor.

En ese tiempo,  en el que Alejandro Dumas situó la trama de Los Tres Mosqueteros, vivió también Molière su aventura.

Enfermo durante varios años de tuberculosis, siguió escribiendo y actuando. 

Un 17 de febrero de 1673, durante la cuarta representación del Enfermo Imaginario, sobre el escenario cuando representaba a Argan, sintió unos violentos dolores.

Fue trasladado a su casa, donde murió una semana después.

Con su muerte no acabaron sus enemigos. La Iglesia, por sus críticas al poder religioso y su profesión de Actor, no permitió enterrarle en el  cementerio. Fue la viuda de Molière, Armande, quien le pidió al Rey que le conceda un funeral, pero éste fue hecho por la noche, en la mayor intimidad y el sector reservado a los niños muertos prematuros y sin bautizar.

Ni La Divina Comedia de Dante ni la Comedia Humana de Balzac, Molière es la Comedia sin adjetivos. En Francia es sinónimo de Teatro.

La vigencia de la que cuatro siglos después siguen gozando sus comedias han demostrado que su habilidad para la sátira surgía de otra maestría, la de utilizar una profundidad psicológica sin parangón para establecer arquetipos de conducta. Todo ello lo hizo, además, con un estilo directo, cercano, humorístico hasta los límites de la bufonada, alejado de cualquier pedantería y accesible, por tanto, al gran público.

Según datos del Centro de Documentación Teatral del Ministerio de Cultura, solo en España, desde 1990, sólo William Shakespeare y Federico García Lorca han sido objeto de más estrenos teatrales que Molière.

Considerado el Padre de la Comedia Francesa, e implacable crítico de la hipocresía de su tiempo, el Legado de sus casi 25 Obras, siempre actuales y representadas cada año en todo el mundo, lo hacen uno de los referentes Culturales más grandes de la Historia...


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