ESPARTA: UNA SOMBRA DE LO QUE UNA VEZ HABÍA SIDO.


Un oficial espartano golpea y vilipendia a un τρέσαντες (tresantes), es decir, un trepidante o tembloroso. En Lacedemonia, el «tresante» era un cobarde que había desobedecido órdenes o huido del campo de batalla, de modo que podía ser ultrajado y despreciado en público, como se aprecia en esta lámina. Estos tresantes se identificaban por el estilo de su barba: una mitad afeitada y, la restante, crecida. Amén de estar conminados a soportar el escarnio y el vapuleo, estaban privados ciertos derechos cívicos. Plutarco se refiere a ellos:


«[…] los que habían sido cobardes en la batalla, a los que llaman trepidantes, temiendo, por ser muchos y de gran poder, que pudieran causar un trastorno: pues a los así anotados no sólo se les excluye de toda magistratura, sino que no hay quien no tenga a menos el darles o el tomar de ellos mujer. El que quiere los hiere y golpea cuando los encuentra, y ellos tienen que aguantarlo, presentándose abatidos y cabizbajos. Llevan túnicas rotas y teñidas de cierto color, y afeitándose el bigote de un lado, se dejan crecer el otro» (Plutarco. Vida de Agesilao XXX)


El pasaje de Plutarco, con todo, se refiere a la endeble condición de Esparta cuando enfrentaba a los tebanos de Epaminondas. En el siglo IV a. C., el número de «hómoioi» (ciudadanos espartanos de pleno derecho e integrantes del ejército) había decrecido en demasía; consiguientemente, el rey Agesilao II tuvo que reclutar a «tresantes», justificando que era menester «dejar dormir las leyes» momentáneamente.


Ilustración: Catalin Draghici para Ancient Warfare Magazine.


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