¡Cuánta vida me hubiera ahorrado!


 Me hubiera bastado con cuestionarme aquello que me enseñaban. ¡Cuánta vida me hubiera ahorrado!

Ingenuos adultos de mi tiempo ¿Para qué perpetuarnos dogmas que limitaban SU propio mundo? Nunca el nuestro. Si de adoctrinarnos se tratara, suficiente teníamos cuando nuestras madres a la iglesia nos llevaban. 

No recuerdo cuánto se nos pediría recordar de memoria en las aulas, pues si en la práctica ayudara saber el nacimiento de Newton o la muerte de Whitman ¡Seguro hoy lo sabríamos! Sabio es quien hace de su conocimiento un navío, y no una carga para su vida. Porque el que ligero avanza, lejos llega. 

Hoy soy el adulto, pero ¡Aún sueño como niño! Anhelo desde mi corazón infante que las nuevas generaciones nunca se subordinen a la tecnología y tomen de estandarte su capacidad de asombro; encontrando así, aquello que les apasione...

Sin tedio,

sin temores, 

sin doctrinas. 

Porque todo hombre convencido contra su voluntad seguirá siendo de su misma opinión.

César Sánchez Manríquez


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