šøš‘™ š‘šš‘¢š‘›š‘‘š‘œ š‘¦ š‘ š‘¢š‘  š‘‘š‘’š‘šš‘œš‘›š‘–š‘œš‘ .


He visto a muchos adultos que se enfadan cuando un niƱo les plantea preguntas cientĆ­ficas. ¿Por quĆ© la luna es redonda?, preguntan los niƱos. ¿Por quĆ© la hierba es verde? ¿QuĆ© es un sueƱo? ¿Hasta quĆ© profundidad se puede cavar un agujero? ¿CuĆ”ndo es el cumpleaƱos del mundo? ¿Por quĆ© tenemos dedos en los pies? Demasiados padres y maestros contestan con irritaciĆ³n o ridiculizaciĆ³n, o pasan rĆ”pidamente a otra cosa: «¿CĆ³mo querĆ­as que fuera la luna, cuadrada?» Los niƱos reconocen en seguida que, por alguna razĆ³n, este tipo de preguntas enoja a los adultos. Unas cuantas experiencias mĆ”s como Ć©sta, y otro niƱo perdido para la ciencia. No entiendo por quĆ© los adultos simulan saberlo todo ante un niƱo de seis aƱos. ¿QuĆ© tiene de malo admitir que no sabemos algo? ¿Es tan frĆ”gil nuestro orgullo?

(...)

Hay mejores respuestas que decirle al niƱo que hacer preguntas profundas es una especie de pifia social. Si tenemos una idea de la respuesta, podemos intentar explicarla. Aunque el intento sea incompleto, sirve como reafirmaciĆ³n e infunde Ć”nimo. Si no tenemos ni idea de la respuesta, podemos ir a la enciclopedia. Si no tenemos enciclopedia, podemos llevar al niƱo a la biblioteca. O podrĆ­amos decir: «No sĆ© la respuesta. QuizĆ” no la sepa nadie. A lo mejor, cuando seas mayor, lo descubrirĆ”s tĆŗ.»

 šøš‘™ š‘šš‘¢š‘›š‘‘š‘œ š‘¦ š‘ š‘¢š‘  š‘‘š‘’š‘šš‘œš‘›š‘–š‘œš‘ , Carl Sagan


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