"Memorias de Adriano"

 


Los litigantes imprudentes me delegaban sus mujeres, si sabían de mi aventura con la esposa de un senador, o sus hijos, cuándo yo proclamaba alocadamente mi pasión por algún joven mimo. Confundir a esa gente con mi indiferencia me resultaba un placer. Los más lamentables eran los que me hablaban de literatura para congraciarse conmigo.

(...) no desprecio a los hombres. Si así fuera no tendría ningún derecho, ninguna razón para tratar de gobernarlos. Los sé vanos, ignorantes, ávidos, inquietos, capaces de cualquier cosa para triunfar, para hacerse valer, incluso ante sus propios ojos, o simplemente para evitar sufrir. Lo sé: soy como ellos, al menos por momentos, o hubiera podido serlo. Entre el prójimo y yo las diferencias que percibo son demasiado desdeñables como para que cuenten en la suma final. Me esfuerzo pues para que mi actitud esté tan lejos de la fría superioridad del filósofo como de la arrogancia del César.

~Marguerite Yourcenar 



Comentarios