A cuánta gente no agarrarías y abrazarías como a un perrito chico.
A cuánta gente no agarrarías y abrazarías como a un perrito chico.
A mí se me vienen varios nombres a la cabeza, personas cercanas que te provocan ese sentimiento tan hermoso de la ternura, bien porque sean frágiles, bien por ser intrépidos, por creer en el mundo o por cabrearse con él, gente solitaria o sociable, eso sí, gente buena.
Necesitamos más abrazos. Que yo te vea triste y pueda achucharte, que estés emocionado y me emocione contigo también.
Sin embargo, damos pocos apretujones, nos contenemos en nuestras esferas aisladas sin rozarnos, pasamos por la vida como pequeños héroes autosuficientes, nos negamos la capacidad de fundirnos en esos abrazos en los que se hablan, físicamente, corazón con corazón.
Es complicado, pero muchas veces necesitamos un par de cervezas para salir de nuestro yo de siempre y así acercarnos para decirnos cuánto nos queremos.
Incluso cuando sabemos cuán medicinal es ese momento para los dos.
Porque en el abrazo ganamos tú y yo.
www.salvador-navarro.com
(Pintura de Mark Horst)
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