"Después de la caída".



 “[…] Cada vez me doy más cuenta de que, desde hace muchos años, yo veo la vida como un juicio al que aportas una serie de pruebas. Cuando eres joven, pruebas que eres valiente, o listo; luego, que estás sinceramente enamorado; enseguida, que eres un buen padre y, por último, que eres sabio, poderoso, etcétera, etcétera. Pero detrás de todo eso, ahora lo veo, había una suposición previa: que yo caminaba, no en un círculo cerrado sino por un sendero ascendente, que subía y subía hacia una cima en la que… ¡Dios sabe qué!… Encontraría mi justificación o mi condena. En fin, una sentencia. Creo que todo comenzó a derrumbarse un día en que alcé los ojos…. Y el banco del tribunal estaba vacío. No se veía a ningún juez. Lo único que quedaba era ese interminable discutir consigo mismo, ese inútil pleito de la existencia ante un sitial vacío… Y, eso por supuesto, dicho en otras palabras, es la desesperación. Y no es que con la desesperación no se pueda vivir, pero es preciso creer en ella, amarla, avanzar con ella… Mas yo sigo aquí inmóvil, como en suspenso… Esperando que aparezca un signo en el que poder creer… Y así huyen los días, los meses y los años".

"Después de la caída", Arthur Miller


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