UNA HABITACIÓN CON VISTAS.



Hace un tiempo os contábamos cómo eran los espacios donde en la Antigua Roma solucionaban sus, digamos, funciones fisiológicas más comunes. Muchos siglos más tarde, en la Edad Media, podemos comprobar que estos actos tan cotidianos ya no eran tan "sociales" como en Roma sino que se habían vuelto algo más privado. El campesinado y la gente común harían sus necesidades en el corral de la granja, junto a los caminos, en el arroyo más cercano o, en las ciudades, en un recipiente que directamente tiraban por la ventana. Pero ¿Y si la necesidad surgía cuando estabas en la torre más alta de un castillo?

Quizás, al contemplar algún castillo medieval habéis observado desde fuera unos pequeños y extraños habitáculos adosados a los muros exteriores. Se trata de los llamados Garderobes y sí, sirven para lo que pensáis. Las deposiciones iban a parar a pozos ciegos que había que vaciar periódicamente o a espacios abiertos en la base de las murallas que igualmente había que limpiar. Otras veces, para alivio de los sirvientes, iban a parar directamente al foso del castillo.

El interior del habitáculo normalmente contaba con un pequeño tragaluz de ventilación e iluminación y sobre el suelo solían esparcirse hierbas aromáticas o flores frescas.

Sin duda, unos retretes con clase

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