La presencia de los gitanos en la actual Andalucía.


 El 22 de noviembre de 1462 se registra la primera constancia escrita de la presencia de los gitanos en la actual Andalucía, concretamente en la ciudad de Jaén. Una fecha por la que se celebra el Día de los Gitanos Andaluces y que en 1996 la Junta de Andalucía lo reconoció como día oficial, al margen del 8 de abril, el Día Internacional del Pueblo Gitano.

“A veinte y dos días del mes de noviembre de este año (1462) llegaron a la ciudad de Jaén dos condes de la pequeña Egipto, que se llamaban el uno don Tomás y el otro don Martín, con hasta cien personas entre hombres, mujeres y niños, sus naturales y vasallos. Los cuales habían sido conquistados y destruidos por el Gran Turco; y porque después de ser conquistados parece ser que negaron nuestra fe, hacía muchos días que, por mandato del Santo Padre, andaban por todos los reinos y provincias de la cristiandad haciendo penitencia. Y como llegaron a la ciudad de Jaén, el señor condestable los recibió muy honorablemente y los mandó aposentar y hacer grandes honras. Y quince o veinte días que estuvieron con él, continuamente les mandó dar todas las cosas que les hizo falta, a ellos y a toda su gente, de pan, vino, carne, aves, pescados, frutas, paja y cebada abundantemente. Y muchos días los dichos condes comieron con él y con la señora condesa, su mujer; y al tiempo que quisieron partir, les mandó dar de su cámara muchas sedas y paños, para que se vistiesen, y buen acopio de riquezas para su camino. Y salió con ellos hasta media legua fuera de la ciudad de Jaén, de modo que los dichos condes partieron muy contentos y pagados, loándose y maravillándose mucho de su gran liberalidad y franqueza”
Hechos del condestable Don Miguel Lucas de Iranzo, 1462.
Cómo y cuándo llegaron los gitanos a la península ibérica es una cuestión cuyo consenso dista de haberse alcanzado. Una primera teoría, aunque no demostrada documentalmente, los hace proceder del norte de África, desde donde habrían cruzado el estrecho de Gibraltar para reencontrarse en Francia con la ruta migratoria norteña. Se trataría de los tingitanos (en su pronunciación deformada, gitanos, es decir, procedentes de Tingis, hoy Tánger). La otra, más consistente por estar muy documentada, es la entrada por el norte. Si bien hay controversia en la fecha de su llegada, pues hay constancia de un salvoconducto concedido en Perpiñán en 1415 por el infante Alfonso de Aragón a un tal Tomás, hijo de Bartolomé de Sanno, del que se dice era “Indie Majoris Ethiope” y no egipciano, en peregrinación a Santiago de Compostela. Sí lo era Juan de Egipto Menor, al que en 1425 Alfonso V le concede carta de seguro, el que mayoritariamente es aceptado como el primer gitano en llegar a la península.
En 1435 fueron vistos en Santiago de Compostela, y en 1462 se les recibió como ya hemos comentado con honores en Jaén. Años más tarde, a los egipcianos (de donde procede realmente el nombre de gitanos) se le añadieron los grecianos, peregrinos que penetraron por la ribera mediterránea en los años ochenta del siglo XV, probablemente a causa de la caída de Constantinopla. Unos y otros continuaron deambulando por toda la península, siendo bien recibidos al menos hasta 1493.
En el siglo XV los estereotipos negativos aún no estaban enraizados, y entre la hostilidad y la fascinación, la cultura gitana se dispersó por la península, mezclándose con las culturas y los idiomas locales. Cuando tuvo lugar el descubrimiento de América, en 1492, los gitanos ya estaban esparcidos por toda España. Está plenamente establecido que en 1498, Cristóbal Colón, en su tercer viaje, embarcó a cuatro gitanos que pisaron el nuevo mundo. Pero la presencia de la población gitana se fue convirtiendo en un desafío para los poderes establecidos y para la población sedentaria. El desencuentro entre los no gitanos y los gitanos se iniciaría en España en el siglo XVI.
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