Los árboles cooperan. Se comunican. Comparten.

 


«El ecólogo Robert Macfarlane explica:

"Un árbol moribundo puede renunciar a sus recursos en beneficio de la comunidad, o una joven plántula situada en una zona muy sombría del sotobosque puede recibir recursos adicionales de sus vecinos más fuertes. Todavía más extraordinario es el hecho de que la red también permite a las plantas enviarse advertencias. Una planta que está siendo atacada por áfidos puede indicarle a otra cercana que intensifique su respuesta defensiva antes de que la alcancen los pulgones. Hace tiempo que se sabe que las plantas se comunican por encima de la superficie de la tierra de forma parecida, a través de hormonas que se transmiten por el aire. Pero esta clase de advertencias enviadas a través de la red fúngica permiten una mayor precisión en cuanto a quiénes son el emisor y el receptor."

Los árboles cooperan. Se comunican. Comparten. No solo entre miembros de la misma especie, sino entre especies distintas: los abetos de Douglas y los abedules se alimentan mutuamente. Y no son solo los árboles: sabemos que, con la excepción de un puñado de especies, todas las plantas tienen esta misma relación con las micorrizas. Estos descubrimientos ponen en entredicho nuestra forma de entender las fronteras entre especies."»

En el libro Menos es más, de Jason Hickel.


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