Hace tiempo que...
— Hace tiempo que ya no me reclamas nada
— ¡Vaya! Ya lo notaste
—¿Qué pasa? ¿Ya no me amas? Ya no me consientes como antes
—Si, creo que aún te amo, ya no sé en qué cantidad, no puedo dimensionarlo pero... Dime algo... La infinidad de veces que "te reclamé" ¿Hubo alguna diferencia? ¿Cambiaste tus actitudes? ¿En algún puto momento, llegaste a pensar, cuánto me dolían tus faltas de respeto?
—No empieces, no seas infantil
—Está bien, tienes razón; pero ahí tienes tu respuesta. De nada valió reclamar, de nada valía decir cómo me sentía, y menos ahora que he comenzado a pensar en mi, preocuparme por mi y por supuesto; consentirme. Te amo o no lo sé, ya no sé nada, solo quiero ya no sentirme poca cosa, ya no quiero tener que morderme los labios para evitar decir todo lo que siento.
—¡Exageras demasiado! No es para tanto, además... Tú no eres nadie para reclamarme, yo sé lo que hago y a ti no debe de importarte
—Pero me importaba, me importabas, y siempre traté de minimizar tus errores, tus faltas, tus malos tratos, siempre creyendo que te darías cuenta que esto se estaba rompiendo, que se caía a pedacitos... Ahora, ya no quiero más de esto, no lo merezco o más bien, tú ya no mereces recibir algo tan grande.
—¿Estás terminando conmigo?
—¡Estoy comenzando conmigo! Por mucho tiempo te pedí respeto, honestidad, lealtad. No me cansaba de hacerlo, pero entendí que no eres tú quien me faltaba el respeto, soy yo quien lo hacía al permitir tantas putas porquerías. Ya no tendrás más de mis reclamos eres tan libre de hacer lo que mejor te convenga pero... Cuándo te des cuenta de tu error, cuando extrañes mis besos, mis abrazos, y mi puta actitud infantil... Te pido por favor que no vuelvas, porque jamás pedí que me amaras más, solo quería que... me amaras mejor.
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