Grigori Rasputín.

 


Grigori Rasputín fue uno de los personajes más inquietantes en la Rusia de los zares, hace más de cien años. Era un campesino semianalfabeto que un buen día se fue a un monasterio y se convirtió en un monje, tan impresionante, que viajó a San Petersburgo para conocer la Corte de los Zares.

La Corte vivía en ese tiempo (1905) una tragedia terrible. La reina Victoria de Inglaterra era portadora de la hemofilia. Victoria tuvo 9 hijos, tres de ellos heredaron la hemofilia y la transmitieron a su descendencia.
Heredó la hemofilia el príncipe Alfonso, en España, hijo de Victoria Eugenia, nieta de la reina Victoria. Y también la heredó el zarévich Alekséi, hijo de Alejandra Fiodorovna, también nieta de Victoria.
Alekséi nació con hemofilia y sufría constantes hemorragias, internas y externas. Los zares vivían angustiados con el porvenir de su hijo. Y en ese contexto conocieron a Rasputín, un monje capaz de cortar las hemorragias con imposición de manos y rezando.
Poco a poco la influencia de Rasputin sobre la Corte fue cada vez mayor. Y conforme aumentaba su influencia, Rasputín se ganaba enemigos poderosos.
Se montó una conjura para acabar con su vida. El entorno cercano del Zar le tendió una trampa y acabó con su vida el 29/12/1916. Lo envenenaron con cianuro, le dispararon varias veces y tiraron el cuerpo al río por un agujero en el hielo.
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