TAGORE, PREMIO NOBEL.



El sabio que revolucionó la literatura de la India.

Fue el primer escritor asiático que recibió el Premio Nobel de Literatura en 1913.  

Escribió en lengua bengalí literatura impregnada de religiosidad, amor por la naturaleza y la tierra. 

Su paso por la Argentina.

“El pez es mudo en el agua; el animal, ruidoso en la tierra; el ave cantora en el aire. Pero el hombre tiene en sí la música del cielo, el alboroto del mundo y el silencio del mar”.

Rabindranath Tagore, uno de los mayores exponentes de la literatura mundial, se convirtió en el primer escritor asiático en recibir un Premio Nobel en 1913.

 Nació el 7 de mayo de 1861 en Calcula, India, y a los 17 años ya había publicado su primer libro. En 1878, estudió Derecho en Inglaterra y luego regresó a su país.

Tagore, también conocido como Gurudev, revolucionó la literatura bengalí con obras tales como “El hogar y el mundo” y “Gitanjali”. Extendió el amplio arte bengalí con multitud de poemas, historias cortas, cartas, ensayos y pinturas.

Tagore fue también un sabio y reformador cultural que modernizó el arte bengalí desafiando las severas críticas que hasta entonces lo vinculaban a unas formas clasicistas. Dos de sus canciones son ahora los himnos nacionales de Bangladesh e India: el Amar Shonar Bangla y el Jana Gana Mana.

"El gran centinela", como lo llamaba el líder hindú Mahatma Gandhi, defendió siempre la independencia de su patria sobre la base del respeto por lo individual. En 1915, renunció al título de caballero -nombrado por el rey Jorge V-, después de la matanza de Amritsar en 1919, cuando tropas británicas mataron a 400 manifestantes indios.

En 1924, después de once años de haber recibido el Premio Nobel, Tagore visitó Buenos Aires. Fue huésped de honor de la escritora Argentina Victoria Ocampo, con quien entabló una profunda amistad. Se hospedó en una quinta en San Isidro y fue allí donde escribió los poemas de “Puravi” (Canciones del sol poniente) dedicados a la escritora argentina  y publicados en bengalí, en 1925. “Le puedo asegurar –le escribió Tagore a Ocampo- que la mayoría de esos poemas conservarán su frescura mucho tiempo”.

Después, en su libro “Tagore en las Barrancas de San Isidro” , Victoria escribió sobre el poeta bengalí: “Una dulzura avasalladora mitiga la altivez de este hombre que, a pesar de sus 63 años, ni tiene una arruga en la frente, como si ninguna preocupación hubiera podido alterar la tranquilidad de su piel dorada”.

Tagore murió en Santiniketan el 7 de agosto de 1941, pero su sabiduría sigue viviendo en cada uno de sus poemas e historias, que dieron vuelta el mundo.


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