Por eso cuando me muestres tus heridas no pretendas que las cure.


 Te puedo asegurar que las personas que te dicen la verdad, aunque duela, te quieren mucho más, que las que solo te dicen lo que tú quieres escuchar.

Por eso cuando me muestres tus heridas no pretendas que las cure.

Yo no curo ni calmo ningún dolor.

No esperes de mí, palabras de consuelo.

No esperes de mí, que evite tocarte esa herida que no quieres que sane.

No voy a ayudarte a negar esa herida.

Yo lo que hago es meter el dedo en la llaga y que sangre lo que tenga que sangrar.

Y que duela lo que tenga que doler.

Para que tú mismo te des cuenta de que debes cerrar esa herida que te empeñas en dejar abierta para poder sentir lástima de ti mismo.

Si quieres negar la herida y lamértela como un perro asustado, adelante.

Tienes todo el derecho de no dejar que sane.

Es tu vida.

Pero no cuentes conmigo para que sea tu cómplice.

No me pidas palabras que alivian un rato, pero que son mentiras.

Yo solo tengo palabras que duelen, pero que te muestran la realidad.

Porque cuando uno acepta la realidad y la supera...

La herida se vuelve cicatriz.

Y no duele nunca más.

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