“Hablemos del jodido...
Sí, de ese que señalamos como el huevón que por su pendejez está como está y nos tiene donde nos tiene. Ese que no tuvo las mínimas oportunidades que tuvimos nosotros, porque aunque nos preciamos de empezar de cero, se nos dio iniciativa y coraje para salir adelante, probablemente porque tuvimos la fortuna de tener en la familia un ejemplo a seguir; o fuera de ella, un anhelo de superación.
A ese que señalamos como el ignorante, habría que analizarle su trayectoria para darnos cuenta que todos, absolutamente todos, somos la resultante de aprovechar o no, oportunidades que se nos dieron, e incluidas las virtudes con las que nacimos, fuimos haciendo un cúmulo de experiencias y habilidades que nos tienen donde estamos.
Pero algunos no tuvieron la misma suerte, solo perpetuaron por generaciones la misma jodidez, sin aspiración alguna por superarse, porque eso aprendieron a hacer por imitación. Y ellos, como todos, somos esclavos de lo que nos enseñaron.
Hablar del jodido nos causa responsabilidad, pena...culpa. Por ello nos deslindamos y preferimos enajenarnos de su situación y los colocamos en un estrato diferente y lejano al nuestro, al que creemos no pertenecer. Preferimos ser clasistas y no mezclarnos, porque “no somos como ellos”. ¡Como si ellos hubieran decidido estar jodidos! O como si hubieran decidido ponerse diario una friega tres veces mayor que la nuestra para tener aunque fuera la tercera parte de lo que tenemos nosotros.
Ahora que les dieron un poco de voz, así como la tenemos todos aquí en las redes para despotricar contra “los de arriba”, el jodido siente la misma necesidad de hacerlo hacia quienes él “cree” que lo tienen así; pero siendo honestos, todos somos responsables de ello.
Todos somos un producto del sistema, nos mantienen trabajando para un fin. No falta mucho para comprar aire embotellado. Los alimentos rigen su precio por el mercado, e intencionalmente echamos a perder comida, porque ofrecerla de más, abarataría la que se vende en el “supermarket”.
Da pena que la conquista fue ya hace siglos, pero sigue siendo hoy en día cuando observamos la invasión de trasnacionales y el consumismo que nos corroe en cualquier plaza comercial; y a la que el jodido, ni de mirón entrará.
A pesar de los slogans inspiracionales que nos bombardean, no hay mucha diferencia entre lo que aspiramos cada quien. Sólo la rebanada de pastel cambia su tamaño, pero el placebo es el mismo: Desear, dejando incluso a un lado lo deseado. Así, sólo hacemos un mayor esfuerzo que otros para que después de lo que NOS QUITAN en impuestos, quedarnos con el resto para vivir “mejor”. Pero no nos preocupemos, todos pasamos a ser un jodido más para los de arriba, incluso contribuimos mejor a su causa al recaudar más con nosotros. Porque finalmente:
Si se siguen clavando los impuestos, todos seguiremos trabajando eternamente para ese mismo patrón que se los clava.
Ojalá llegue el día en que el Estado promueva y ofrezca las mismas oportunidades para todos, y no lo de siempre: Los de arriba contrapunteándonos y dividiéndonos a todos por los centavos, mientras ellos nos clavan los pesos completos.
Sigamos creyendo que el pendejo ese, el ignorante aquel, es el principal defecto de lo que llamamos democracia, porque sus decisiones al ser mayoría, nos pasan a joder a todos. Vaya paradoja, el voto del ignorante pesa lo mismo que nuestro “sabio” voto. Así pues, de hoy en delante, de algo o mucho tendrá que importarnos la situación de ese, al que llamamos “el jodido”.
César Sánchez Manríquez
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