LAS MISIONES PEDAGÓGICAS DE LA II REPÚBLICA

 



El bajo nivel de la educación en España era una realidad al final del siglo XIX Intentó atajarse con la creación, el dieciocho de abril de 1900, del ministerio de Instrucción Pública y de Bellas Artes. La gran demanda social presentada hizo necesarios su reestructuración y replanteamiento.

Hablar de las Misiones Pedagógicas es hablar del krausismo y de la educación en España es hablar de la Institución Libre de Enseñanza. Todo esto, es la columna vertebral de este amplio proyecto de solidaridad cultural

Francisco Giner había propuesto ya una serie de reformas que incluían la idea de unas Misiones Ambulantes en el año 1881, cuyos servicios no se materializaron hasta la creación de las Misiones Pedagógicas: el servicio de biblioteca, el museo del pueblo, el cine, el coro y el teatro del pueblo.

Faustino Rodríguez San Pedro creó entonces la Junta Central de Primera Enseñanza, por Real Decreto del dieciocho de noviembre del año 1907, para que asumiese las funciones del anterior organismo, además de dirigir y organizar instituciones complementarias de la escuela, clases de adultos, conferencias y “misiones pedagógicas”.

Dicha Junta estaba formada por renombrados personajes de la política española, como José Canalejas, Eduardo Dato, María Cortezo, Melquiades Álvarez, entre otros, y respaldada por la Institución Libre de Enseñanza y el Museo Pedagógico Nacional.

Un nuevo Real Decreto, del veinte de diciembre del año 1907, incluyó en el programa a las Juntas Provinciales de Instrucción Pública, para que apoyasen los siguientes objetivos: atender a las misiones pedagógicas, fomentar la creación y desarrollo de museos escolares y bibliotecas públicas, organizar conferencias para adultos con la intervención de personas competentes, fomentar cajas escolares, asociaciones protectoras de la infancia, colonias de vacaciones y todas aquellas instituciones que pudieran competer con la difusión de la enseñanza primaria y darle un carácter de solemnidad a la fiesta escolar. Así quedó recogido en el Real Decreto del siete de febrero de 1908.

Los continuos cambios políticos y sociales que se dan en esta época y la precaria situación presupuestaria del Estado arrojan resultados lamentables, debido a los bajos sueldos de los maestros, edificios en estado ruinosos por falta de mantenimiento ante la carencia de inversión en la educación, mobiliario anticuado e insuficiente y escaso material escolar.

Debido al retraso de la reforma educativa de España en comparación con algunos países europeos, significa una tasa de analfabetismo en torno al 44% y mucho más agudizada en el ámbito rural. Ello da origen a que el Gobierno de la II República desarrolle las llamadas “Misiones pedagógicas”, para intentar paliar las graves carencias educativas del mundo rural en nuestro país.

El krausismo español buscó superar el escollo de las dos Españas, planteando un modelo organicista de la sociedad humana estructurado en esferas y una voluntad de conciliación con un programa de preceptos básicos

Apostó por el regeneracionismo educativo, que se había desarrollado en España desde finales del siglo XIX con la aparición del movimiento krausista y la Institución Libre de Enseñanza.

Siguiendo a ese movimiento intelectual, mantuvo las propuestas de transformación socio-política, que permitía estructurar un nuevo modelo educativo con la intención de lograr una nueva concepción de ciudadano republicano.

Las propuestas educativas progresistas, que se estaban llevando a cabo desde determinados sectores privados de la enseñanza, mientras que la educación pública permanecían olvidadas y carentes de todo tipo de recursos económicos, materiales y de instalaciones.

Las innovaciones educativas, que tenían éxito en nuestro país, eran fruto de la corriente educativa de la Escuela Nueva y contaban con instituciones como la Junta para la Ampliación de Estudios, que fomentaron la introducción de nuevas tendencias educativas europeas y el compromiso político al proponer un profundo cambio pedagógico en la política educativa de España.

El triunfo de la República supuso pues el desarrollo de un modelo educativo público que pretendía sustentar la escuela en los tres pilares fundamentales de un Estado democrático: gratuidad, obligatoriedad y laicidad. El modelo estatal de educación se había caracterizado, hasta entonces, por su tradicionalismo pedagógico, una fuerte vinculación al catolicismo y el miedo al cambio y a la innovación educativa, para que el pueblo siguiera aferrado al tradicionalismo conservador.

En términos económicos y sociales, nunca había existido una inversión educativa pública seria con el objetivo de modernizar la sociedad española, de profesionalizar el empleo, pues ya estábamos en puertas de un inminente proceso de industrialización, que se retraso en España debido a la falta de inversión y a la carencia de trabajadores especializados y de atajar de una forma contundente, el analfabetismo de la población.

Como estamos viendo, el analfabetismo era el gran problema del país y este todavía era mayor en el mundo femenino, pues su función social era la procreación y el cuidado de la familia, para lo cual la educación no era importante.

Hablar de las Misiones Pedagógicas es hablar del krausismo y de la educación en España es hablar de la Institución Libre de Enseñanza. Todo esto, es la columna vertebral de este amplio proyecto de solidaridad cultural.

El movimiento krausismo surgiría en Alemania como el intento de abrir una vía intermedia entre las dos grandes líneas de pensamiento germánico: el Idealismo, basado en el espíritu, las ideas, y la teoría y por el otro lado, el Materialismo basado en la naturaleza, los hechos y la práctica.

Los krausistas españoles buscaron un medio de conciliar los conflictos, que dividieron al país durante la segunda mitad del siglo xix, como consecuencia del enfrentamiento entre tradición y modernidad, mantenido de forma continuada y persistente en la España contemporánea.

El krausismo español desarrollo una vía intermedia entre la corriente alemana de pensamiento y el Positivismo de la segunda mitad del siglo xix. El krausismo español buscó superar el escollo de las dos Españas, planteando un modelo organicista de la sociedad humana estructurado en esferas y una voluntad de conciliación con un programa de preceptos básicos. Estos serían los siguientes:

• Secularización progresiva de la sociedad, más cercana al panteísmo que al ateísmo,  en el ámbito de un “talante moderno, liberal, de intachable moralidad y de carácter reformador, frente a los tradicionales, ultramontanos neocatólicos, de tradición antiliberal”.

• Desarrollo del Derecho como garante de las condiciones, que permitieran un desarrollo armónico de la convivencia entre las clases y confesiones reunidas en el país y representadas en el Estado, defendiendo posiciones intermedias entre el individualismo y el socialismo.

• La Pedagogía como eje de la Educación, introduciendo nuevos planteamientos, técnicas y métodos, capítulo esencial para el progreso de la sociedad española.

• El universalismo como opción para la superación del atraso cultural español, provocado por regímenes absolutistas monárquicos desde el siglo xvi, abriendo las fronteras a las corrientes culturales europeas.

Empresa que a través de instituciones como la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, la JAE, conseguiría, en apenas un cuarto de siglo, poner a España en primera línea de la ciencia y la intelectualidad Europea. Progresión que quedaría interrumpida con la guerra civil española y luego pérdida con el primer franquismo.

Para seguir entendiendo este proceso es imprescindible conocer a la Institución Libre de Enseñanza. Fue un proyecto pedagógico, que se desarrolló en España durante medio siglo entre los años 1876 y 1936. Está inspirada en la filosofía krausista introducida en la Universidad Central de Madrid por Julián Sanz del Río, y que tuvo una importante repercusión en la vida intelectual de la nación española, para la que desempeñó una labor fundamental de renovación.

Fue determinante para que los poderes públicos emprendieran una serie de reformas que España necesitaba en los terrenos jurídico, educativo y social. Se crearon organismos, como el Museo Pedagógico Nacional y la Junta para Ampliación de Estudios, organizada por su secretario, José Castillejo, cuyo cometido era enviar estudiantes becados a estudiar al extranjero sin contemplar afiliación ideológica alguna.

De ella dependían los ya citados Centro de Estudios Históricos, el Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales y la Residencia de Estudiantes dirigida por Alberto Jiménez Fraud, establecida en la calle Pinar de Madrid, auténtico vivero de escritores y artistas y lugar donde Albert Einstein dio una de las conferencias, que ofreció en su viaje a España en el año 1923.

Los intentos de renovación pedagógica cristalizaron desde los años 1907 hasta 1936 en iniciativas pioneras, como el Instituto Escuela, las colonias escolares de vacaciones, la Universidad Internacional de Verano de Santander o las llamadas Misiones Pedagógicas, que actuaron bajo el amparo de la Segunda República con el fin de divulgar la cultura entre los pueblos de la España profunda, donde aún no había llegado.

Tras la muerte, en el año 1915, de su principal inspirador, Francisco Giner de los Ríos, se creó la fundación que lleva su nombre, el catorce de junio del año 1916, con el encargo de velar por el patrimonio de la ILE y proseguir su tarea educadora. Dicha fundación publicó las “Obras completas” de Giner de los Ríos, entre los años de 1916 a 1936.

La Institución se convirtió en el centro de toda una época de la cultura española y en cauce para la introducción en España de las más avanzadas teorías pedagógicas y científicas extranjeras.

LAS MISIONES PEDAGÓGICAS

Tenían los siguientes objetivos:

• Fomentar la cultura general mediante bibliotecas populares, organización de lecturas, sesiones cinematográficas para conocer otros pueblos, sesiones musicales de coros y orquestas, audiciones por radio, exposiciones de arte con museos itinerantes.

• Orientación pedagógica con visitas a escuelas para conocer su situación con la posterior celebración de una semana o quincena pedagógica y cursillos para maestros, en los cuales les muestran o enseñan cómo dar clases a los niños y los materiales de los que disponen.

• Convocatoria de reuniones en los pueblos para revisar la estructura del Estado y sus poderes.

Como vemos, las Misiones Pedagógicas desarrollaron una propuesta concreta y real que ampliaba la concepción del sistema educativo estatal, entendido como una de las características de las sociedades modernas.

Tenían como objetivo principal, que una gran parte de la sociedad rural, donde se concentraba mayoritariamente el analfabetismo, recibiese educación, cultura y formación a lo largo de su vida, para prepararles a nivel de formación como ciudadanos y que fueran conocedores de la transformación de la sociedad moderna, no se quedasen más atrasados, puesto que hubiera significado un atraso secular como país.

Entendieron que el sistema educativo nacional no se centraba solamente en la escuela, asumieron la responsabilidad fuera de este ámbito y presentaron una experiencia paralela de educación popular.

Fueron un proyecto de solidaridad cultural patrocinado por el Gobierno de la II República a través del Ministro de Instrucción Pública y desde las plataformas del Museo Pedagógico Nacional y de la Institución Libre de Enseñanza. Fueron creadas en el año 1931 y se desmantelaron al final de la guerra civil por el franquismo.

Convocados por Manuel Bartolomé Cossío, presidente del Patronato de las Misiones Pedagógicas, se llegarían a reunir más de seiscientos voluntarios de diverso origen: maestros, profesores, artistas, y jóvenes estudiantes e intelectuales. Manuel Bartolomé Cossío era el heredero espiritual de Francisco Giner de los Ríos, fundador de la Institución Libre de Enseñanza en cuyas ideas se basaban las mismas Misiones.

Como decía Manuel Bartolomé Cossío, en diciembre de 1931:

“Somos una escuela ambulante que quiere ir de pueblo en pueblo. Pero una escuela donde no hay libros d matrícula, donde no hay que aprender con lágrimas, donde no se pondrá a nadie de rodillas como en otro tiempo.

Porque el gobierno de la República que nos envía, nos ha dicho que vengamos, ante todo, a las aldeas, a las más pobres, a las más escondidas y abandonadas, y que vengamos a enseñaros algo, algo que no sabéis por estar siempre tan solos y tan lejos de donde otros lo aprenden, y porque nadie hasta ahora ha venido a enseñároslo; pero que vengamos también, y lo primero, a divertiros”.

Las Misiones Pedagógicas fueron un proyecto de cambio por la erradicación de la ignorancia y el analfabetismo. Buscaba el acercamiento del progreso para mejorar la calidad de la vida de los campesinos, al presentar la cultura universal que se les había negado hasta ahora y la potenciación y valoración de la cultura rural, es decir, poner en valor la cultura rural, que siempre había sido olvidada. Todo ello, presentado en un ambiente distendido, alegre y de diversión.

La II República apostó claramente por una revolución y un cambio en las bibliotecas españolas y la escuela tenía que dar cabida a aquellos libros, que permitiesen la entrada del aire fresco en la tradicional biblioteca española y que llegaran a todos los rincones del país.

La política educativa republicana se unió al Patronato de Misiones Pedagógicas para el estímulo de la lectura e impulsaron bibliotecas escolares con el propósito de fomentar la lectura con colecciones de cuentos clásicos, adaptaciones de obras maestras de la literatura, aventuras novelescas y autores contemporáneos. Tenían también una sección que incluían lecturas científicas, geográficas e históricas para completar la labor educativa, que ya realizaban los maestros de primaria en los pueblos.

Las Misiones Pedagógicas tuvieron l función de actualizar pedagógicamente a los maestros de la escuela rural. Tenían la función de apoyo moral que suponía para los maestros rurales la llegada de cultura a sus pueblos.

Rodolfo Llopis decía: “El maestro, sobre todo el rural, tenía que vivir en un ambiente sin estímulos. A menudo hostil. Necesitaba una gran capacidad de resistencia para no dejarse dominar por aquella atmósfera aldeana. La mayoría de ellos sucumbían. Acababan siendo víctimas del ambiente. A veces instrumentos de los caciques”.

Las Misiones trabajaron por lograr una transformación social del status del maestro y colocarlo en el eslabón social que se merecía. Así, se sembró en la figura del docente rural la continuidad del espíritu de las Misiones. Ellos quedaban como herederos de esta experiencia de educación popular y guardadores de la cultura que se había difundido.

LA CONSTITUCIÓN DE LAS MISIONES PEDAGÓGICAS

Siendo Presidente, Niceto Alcalá Zamora y Ministro de Instrucción Pública, Marcelino Domingo, se creó por Decreto el Patronato de Misiones Pedagógicas, el veintinueve de mayo del año 1931, donde se establece la estructura organizativa y económica dentro de la administración: el Patronato de Misiones Pedagógicas, dependiente del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes.

Según este Decreto, su finalidad era difundir la cultura general, la moderna orientación docente y la educación ciudadana en aldeas, villas y lugares, con especial atención a los intereses espirituales de la población rural.

Por la Orden del seis de agosto de 1931, la República pone nombre y apellidos a los que van a ser los líderes de este proyecto. Destaca su presidente Manuel Bartolomé Cossío. De esta forma, con los objetivos que se habían propuesto las Misiones, iban a disponer del mejor cuadro técnico e intelectual con un marcado enfoque institucionalista.

El Decreto de siete de agosto de 1931, ordenó la creación de las bibliotecas públicas con una dotación inicial de 100.000 pesetas y, más tarde, por la Orden del veinticinco de abril de 1932, dio instrucciones para organizar el régimen de bibliotecas, además, responsabilizó al Patronato y a los inspectores de primera enseñanza de su buen funcionamiento.

Dicho Patronato dependía del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes y estaba dirigido por una Comisión Central, cuya sede se instaló en el Museo Pedagógico Nacional, en activo desde el año 1882 como una de las aplicaciones planteadas desde la Institución Libre de Enseñanza. 

Tanto el Patronato como la Institución Libre de Enseñanza tenían objetivos comunes y compartiendo medios y equipo de colaboradores, fueron la pieza fundamental del proceso de renovación de la Enseñanza Pública, que culminó en los años de la Segunda República.

El Patronato de las Misiones Pedagógicas tuvo como indiscutible presidente y alma ideológica a un ya anciano, enfermo y aún carismático y entusiasta Manuel Bartolomé Cossío,  pero con la ayuda y eficacia de Luis Álvarez Santullano como Secretario. Cossío decía:

“La reforma legal sólo puede sostenerse y afianzarse sobre la reforma del corazón”.

La Comisión Central y la Comisión Provincial debían estar formadas por personas cualificadas en la enseñanza y fuera de ella. Los gastos de los servicios y material correrían a cargo del Ministerio de Instrucción Pública. 

LAS ACTIVIDADES REALIZADAS

La maquinaria legal republicana tuvo tres propósitos firmes en este aspecto: la estructura y organización de las Misiones Pedagógicas, el nombramiento de los responsables técnico intelectuales y la financiación del proyecto.

Entre los días diecisiete y veinticinco de diciembre del año 1931, se realizó la primera de esas Misiones Pedagógicas en la localidad segoviana de Ayllón.

Entre los años 1931 y 1936, la labor del Patronato llegó a cerca de 7.000 pueblos y aldeas, a través de 196 circuitos de Misiones Pedagógicas y con la participación aproximada de seiscientos miembros. Hasta el treinta y uno de marzo de 1937, se repartieron 5.522 bibliotecas, que en conjunto sumaban más de 600.000 libros.

El Teatro y Coro realizó 286 actuaciones y las Exposiciones Circulantes de Pintura del Museo del Prado pudieron verse en 179 localidades.

Para la asignación de una misión a una determinada localidad, era necesario que ésta realizase una propuesta acompañada de un informe, que recogiera datos sobre la geografía, economía, distribución de la población, situación cultural y escolar, ambiente social, comunicaciones, itinerario posible y cualquier otra peculiaridad de la comarca que pudiera ser útil para la organización de la futura misión.

A pesar de las dificultades iniciales, a los pocos meses las solicitudes eran tantas que fue imprescindible una selección, dando preferencia a los pueblos más pequeños y aislados.

Las misiones no tenían una duración fija, que podía oscilar entre uno y quince días, dependiendo de las actividades programadas en cada lugar y del itinerario pendiente. El equipo encargado de llevar a cabo las actividades, disponía de proyectores, gramófonos, escenarios de sencillo y rápido montaje, proyecciones de películas educativas o de recreo; representaciones teatrales, musicales o corales; conferencias seguidas de coloquios; charlas sobre temas profesionales, sanitarios y de educación cívica, etc.

LAS BIBLIOTECAS

Uno de los aspectos más llamativos fue la implantación de las Bibliotecas. Ya había un precedente cual fue las llamadas Bibliotecas Populares. Las ya existentes bibliotecas populares habían sido el único precedente, de lo que fueron las bibliotecas creadas por las Misiones Pedagógicas, en particular las de Cataluña y Madrid, por sus fondos y número de lectores.

Un caso especial fue la Biblioteca Popular Circulante, fundada en el año 1922, que llegó a contar con quince sucursales diseminadas por su comarca, desarrollando un amplio programa de extensión cultural: teatro popular, folklore local, conferencias, proyecciones cinematográficas, publicación de boletines, exposiciones.

Una vez terminada la visita al pueblo, se entregaba al maestro una pequeña biblioteca para instalar en la escuela y, en ocasiones, un gramófono con un pequeño lote de discos. Estas modestas bibliotecas, pese a ubicarse normalmente en las escuelas, estaban dirigidas al conjunto de la población para despertar su afición por la lectura y elevar su nivel cultural. Éste era el único servicio que permanecía, una vez que la Misión marchaba a otro lugar.

La administración de la biblioteca correspondía al Consejo Local de Primera Enseñanza, que redactaría un reglamento, aprobaría su presupuesto, organizaría lecturas públicas y conferencias, y celebraría fiestas y colectas.

También tramitaría el intercambio de libros con otras bibliotecas y propondría al inspector de primera enseñanza las nuevas adquisiciones. A su vez, los inspectores, en sus visitas por las escuelas, debían de informar sobre el estado de las bibliotecas. Se encomendó la gestión de las bibliotecas rurales en su mayoría a maestros y en ciertas circunstancias a personas de instrucción.

En cada biblioteca, el maestro realizaba la gestión del catálogo de libros, llevaba la contabilidad, el registro de los libros prestados y elaboraba un informe al final del año, en el cual indicaba el movimiento de la biblioteca y la situación de caja. Todo ello, sin recibir ninguna retribución a cambio.

El Servicio de Bibliotecas, coordinado por los bibliotecarios María Moliner y Juan Vicens de la Llave, y con la ayuda de un joven Luis Cernuda, fue sin duda el más importante de los siete que puso en marcha el Patronato; a él se destinó casi el 60 % del presupuesto general en sus tres primeros años de funcionamiento, lo que permitió como ya hemos visto la creación de 5.522 bibliotecas.

El ritmo de creación de bibliotecas no fue siempre el mismo, pues tras el gran impulso de los primeros años, los recortes presupuestarios que en el año 1935, finalmente consiguieron ejecutar los partidos de la confederación de derechas católicas en el poder, minaron la efectividad del proceso.

A pesar de las dificultades en su etapa final, las Misiones Pedagógicas fueron capaces de establecer una biblioteca en más del 11% del total de escuelas primarias existente en España, en tan sólo cinco años de vida.

Las bibliotecas se instalaron en localidades menores de 5.000 habitantes, donde residía más del 40% de la población española, y preferentemente en aldeas de 50, 100 y 200 personas. Se trataba de pequeños núcleos mal comunicados con los municipios a los que pertenecían, y en los que no se contaba con ningún medio de acceso a la cultura.

El Patronato intentó que la distribución de bibliotecas entre las distintas provincias resultase equilibrada, no fue posible debido al desigual número de peticiones y a que en algunas provincias había muy pocas localidades con menos de 5.000 habitantes, mientras que en otras sólo la capital de la provincia superaba este número.

Cada biblioteca recibía una caja que contenía una colección de 100 volúmenes de sólida encuadernación, acompañados de talonarios para el préstamo, fichas especiales para la estadística, hojas de papel para forrar los libros y registros con indicaciones para el cuidado de los libros. Dichas colecciones podían organizarse:

• Lecturas para adultos: se trataba de obras de literatura española y universal pero también incluía tratados sobre ciencia, técnica, sanidad, historia, etc.

• Lecturas para niños: en lotes de menores dimensiones y compuestos en su mayoría por cuentos o adaptaciones de grandes obras de literatura, libros de aventuras y obras de consulta.

La biblioteca se instalaba en la escuela, bajo la vigilancia del maestro, pero los lotes de libros eran fruto de una concienzuda selección a cargo del Patronato, que iba ampliando la colección en función de los gustos o peticiones de los lectores de aquella época.

La Biblioteca estaba a disposición de los niños durante todo el día y como complemento de la docencia, durante la jornada laboral; una vez terminada, se abrían las puertas de la Biblioteca para el resto de la vecindad, pudiendo consultar obras o disponer de los libros en casa en forma de préstamo.

La acogida de las Bibliotecas resultó sorprendente, recogiéndose un progresivo número de lectores entre los años 1931 y 1933, que alcanzó los 269.325 usuarios. El proyecto, sin embargo, contó en muchas ocasiones con la oposición y a veces el sabotaje de algunas autoridades civiles, miembros de partidos conservadores y curas rurales.

OTRO TIPO DE ACTIVIDADES

Otro campo de desarrollo fue el de la música. Ésta se añadió a todos los programas, tanto de adultos como de niños. Además del canto gregoriano, pasajes de zarzuela y música lírica regional española, se incluyeron obras de Bach, Beethoven, Schubert, Mozart…

Los niños escuchaban la música en la escuela, mientras que los adultos lo hacían por las noches o en días festivos. Algunos maestros se desplazaban a los pueblos vecinos dejando un gramófono y una colección de discos, que se iba renovando cada cierto tiempo.

Otro de los campos culturales desarrollados fue el cine. En muchos de los pueblos a los que se acudió con los equipos de cine, se mostraban por primera vez las imágenes en movimiento. Para las proyecciones fijas, se disponía de un epidiácopo, un episcopio, y dos proyectores de diapositivas. En algunos, al no haber electricidad se utilizó un generador autónomo de gasolina.

Las diapositivas podían ser retratos artísticos, históricos, geográficos, y cuadros de Van Gogh, Fra Angélico, Velázquez, Goya… Se dispuso un total de 2.395 proyecciones cinematográficas.

El teatro fue otra de las herramientas culturales que emplearon Las Misiones pedagógicas, para ello emplearon el teatro itinerante. El más importante fue el “Teatro ambulante” dirigido por Alejandro Casona y formado por jóvenes estudiantes universitarios, en algunos casos antiguos alumnos de la Institución Libre de Enseñanza.

El proyecto fue contemporáneo al de la compañía de teatro universitario La Barraca de Federico García Lorca. El Teatro del pueblo se desarrolló junto con el Coro, que dirigía el compositor Eduardo Martínez Torner.

Este teatro era elemental, ambulante, de fácil montaje, sobrio de fondos y de ropajes que a menudo se representaba al aire libre. Lo formaban jóvenes actores aficionados, de ambos sexos. Las escuelas o el ayuntamiento les servían de vestuario y para desplazarse utilizaban los autobuses de línea.

A medida que su labor se fue conociendo, su llegada a los pueblos, recibida inicialmente con desconfianza, fue acogida cada vez con más entusiasmo y alegría. Sin embargo, a pesar de la colaboración de maestros e incluso curas y alcaldes, algunos sectores de la población consideraron su presencia como “actividad propagandística de intelectuales y rojos tendente a malear al pueblo”. 

Adaptadas por el propio Casona, se seleccionaron, entre otras piezas: una Égloga de Juan del Enciana. Las obras de Lope de Vega La Carátula, El Convidado y Las Aceitunas. De Cervantes, Los Alcaldes de Daganzo y El Juez de los Divorcios. De Calderón de la Barca, El Dragoncillo. En los intermedios se cantaban romances tradicionales, cantigas y otras formas musicales populares.

OTRAS ACTIVIDADES COMPLEMENTARIAS

Debemos destacar el museo ambulante donde se intenta acercar al pueblo llano la obra de grandes genios de la pintura, por medio de copias, algunas de ellas, de tamaño similar al de los originales. La idea era que tomasen conciencia de que aquel tesoro nacional también era suyo, aunque en condiciones normales nunca tuviesen la oportunidad de disfrutarlo.

Se llegaron a completar dos colecciones circulantes: la primera estaba integrada por catorce copias de cuadros del Museo del Prado. En la segunda se incluían grabados de Goya y otras copias de la Real Academia de San Fernando.

Los cuadros, bien embalados, eran transportados en un camión hasta los pueblos donde días antes se habían anunciado con carteles. Algunos miembros voluntarios preparaban el local para la exposición, y mientras duraba esta se daba información sobre los autores de las obras, y se atendían las preguntas o dudas de los asistentes. Por la mañana se visitaba el “museo” y por la noche se hacían proyecciones de otros cuadros.

También se realizaron funciones de títeres y guiñol.

LA POSICIÓN DE LA DERECHA CON RESPECTO DE LAS MISIONES PEDAGÓGICAS

Hemos de destacar que estas Misiones Pedagógicas fueron boicoteadas durante el bienio radical-cedista años de 1933 a 1935. Paralizó, recortó y rectificó las reformas del primer bienio de la República en todos los procesos de cambio, que se habían iniciado, con especial animadversión al terreno educativo y a la cultura.

En el año 1935, el proyecto de las Misiones se modificó, para paliar el recorte radical en la asignación económica aprobado por los grupos de derecha en el gobierno, agrupados en la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), coalición de partidos políticos católicos de derechas y que por supuesto no les interesaba la difusión de la cultura.

Un coste dicho sea de paso que no podían ser muy importantes considerando que el personal era voluntario y muchos de los materiales fueron donados o regalados por familias republicanas a través de las bibliotecas populares.

Para compensar el desgaste, se dio mayor peso a las delegaciones locales, que se habían ido creando a medida que se fue disponiendo de grupos comprometidos en distintas partes del país.

Al desencadenarse la guerra civil, el dieciocho de julio de 1936, con el golpe militar de Franco, el proyecto quedó muy debilitado, entre julio y septiembre de ese año, con los pocos voluntarios que quedaban en Madrid, por no haberse incorporado a las unidades de combate o de servicios, se formaron catorce equipos de tres personas que llegaron a realizar algunas actividades.

LAS MISIONES PEDAGÓGICAS EN LA GUERRA CIVIL

Se nombró una Comisión de Propaganda Cultural en octubre del año 1936, dentro del propio Patronato de las Misiones Pedagógicas, de modo que sus actividades, en especial el archivo gráfico y fílmico, se orientaron en defensa de la República. La infraestructura del sistema bibliotecario de las Misiones Pedagógicas continuó activa en la medida de lo posible hasta el final de la guerra.

Finalmente, la Guerra Civil paraliza gran parte de las actividades de las Misiones Pedagógicas y más tarde, tras la victoria franquista, el nuevo gobierno reorganiza mediante la Orden Ministerial del diecinueve de junio de 1939 y, por el cual el Patronato de Misiones Pedagógicas es disuelto y según justifica dicha Orden es “por la acción nefasta que ha ejercido sobre los pueblos, desarrollando una labor antinacional, atea, marxista y extranjerizante”.

Entre los años 1936 y 1938, Teresa Andrés Zamora dirigió y coordinó las bibliotecas del Comité Nacional de Cultura Popular, dando cierta continuidad a la labor de las Misiones Pedagógicas, aunque con planteamiento sindicalistas y más politizados, y dirigidos preferentemente a la difusión cultural en las trincheras y los hogares del soldado.

¿Qué paso con los miembros que participaron en las Misiones Pedagógicas en la dictadura franquista?

Los más de seiscientos españoles que habían colaborado directamente con las Misiones Pedagógicas sufrieron toda clase de destinos. Algunos murieron asesinados nada más estallar la guerra. Otros se enrolaron en las Milicias de la Cultura o en las Brigadas Volantes; y muchos de ellos fueron encarcelados, expedientados o exiliados. También se dio el caso de algunos que se integraron en las filas franquistas.

Tras la guerra civil, se produjo una gran depuración del cuerpo de maestros, la Institución Libre de Enseñanza fue saqueada, defenestrada y declarada ilegal y “altamente perniciosa”.

La Dictadura destruyó la acción bibliotecaria republicana, pero la labor desarrollada por la República afloró en América latina, donde el personal bibliotecario exiliado pudo continuar su labor.

Las Misiones Pedagógicas fueron un objeto claro de los conservadores, ya que desde el principio tuvieron una feroz campaña de opinión en su contra, promovida por sectores católicos, tradicionalistas y de derechas.

Este sector veía a las Misiones como el vehículo de propaganda de la República ya que la mayoría de sus inspiradores procedían de la Institución Libre de Enseñanza, y ésta, para esos grupos reaccionarios, estaban básicamente compuesta por masones anticlericales y toda una serie de calificativos despectivos, que hacían extensivos a las Misiones Pedagógicas.

Otras críticas, que se le atribuye al primer bienio republicano y por extensión a las Misiones Pedagógicas, fue la de no acometer el verdadero cambio necesario en el mundo rural, que era la reforma agraria.

Para el historiador, Tuñon de Lara, el proyecto de educación popular se quedaría en la quimera porque no abordaba la solución del problema principal de la España rural, por lo tanta, esa misión, sin trasformar las estructuras agrarias de un país, era como plantar árboles por la copa.

Como crítica habitual que se hace a las Misiones Pedagógicas, es que su principal destinatario, los campesinos les resultaba algo chocante su presencia, incluso divertido; pero pasajero y totalmente fuera de su mundo habitual. Estaba diseñada a despertar la curiosidad de las gentes y producía un gran efecto. Se le pedía que despertara anhelos de cultura, pero para algunos carecía de eficacia pese a determinadas apariencias.

Las Misiones Pedagógicas hicieron lo que se espera de un proyecto social: un buen diagnostico y una buena intervención. Por un lado, se puso de manifiesto el análisis acertado de la necesidad cultural y educativa de España y, por otro, se mostró el camino por donde tenían que ir los esfuerzos para buscar una armonía cultural y educativa entre los ciudadanos de las urbes y del mundo rural.

Sirva este artículo como homenaje a los miles de maestros fusilados por el franquismo, por intentar difundir la cultura, el conocimiento y terminar con el mal endémico del analfabetismo. Además, por intentar conocer y desarrollar todos los adelantos pedagógicos que se daban en Europa, para conseguir una educación mejor y de alta calidad, con la finalidad de que los españoles fueran unos ciudadanos libres.

FB

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