El otro día hablaba con mi padre sobre la muerte.

 



El otro día hablaba con mi padre sobre la muerte.

Hablábamos de lo injusta que es la vida a veces, de lo mal que lo pasamos cuando tenemos que despedir a alguien, y más a quien jamás quisimos que se fuera. De lo doloroso que llega a ser, y de lo difícil que es a veces seguir. Porque hay veces que es tanto el dolor, que de verdad te faltan las fuerzas para encontrarle sentido a algo.

“La muerte hay que afrontarla. Hay que aceptarla. Debemos quedarnos con los buenos momentos que pasamos y vivimos con esa persona, y tratar de vivir por los que se quedan aquí”. 

Y entonces me di cuenta de que tiene toda la razón.

Es verdad que la vida a veces es muy injusta. A veces es una mierda. Sufrimos a más no poder cuando perdemos a alguien. Pero debemos sacar fuerza de donde sea para continuar. Para crear momentos y acumular recuerdos. Para volver a ser. Debemos vivir. De la mejor manera que podamos. Por nosotros, por los que se fueron y por los que, como dice mi padre, se quedan aquí. 


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