«SER UN PAN SIN SAL»
De alguien se dice que es «un pan sin sal» cuando es aburrido, monótono, en general soso y poco propenso a las bromas o al humor. La expresión tiene su origen, como no podía ser de otra manera, en una región italiana donde el pan típico no lleva sal, ya que se considera que ha de servir como mero acompañamiento de la comida y que no tiene que destacar sobre los demás alimentos: hablamos de la Toscana, cuya capital es la magnífica Florencia. Pero ¿por qué tenemos esta expresión en español y sin embargo no existe en italiano? Parece que todo comenzó durante la segunda guerra que Carlos I de España emprendió contra Francisco I de Francia en suelo italiano. En ella se produjo el famoso «sacco di Roma», donde las tropas españolas sometieron a un duro castigo a la Ciudad Eterna, entonces bajo el dominio del papa Clemente VII, de la famosísima familia florentina de los Medici. El papa, que hasta entonces había sostenido al monarca francés, tuvo que rendirse al Habsburgo tras varios meses encerrado en el Castel Sant’Angelo. Se cuenta que, en la comida en la que el pontífice reconoció oficialmente su derrota frente al emperador, hubo grandes cantidades de pan toscano, sin sal, ya que las despensas del castillo habían llegado prácticamente a su final y quedaba casi sólo el pan que preparaban los cocineros florentinos del papa. Este alimento se quedó grabado en la memoria de los comensales, para los que era inconcebible un pan sin nada de sal. Esto, unido a la actitud sumisa y humilde del pontéfice para con Carlos I durante los días en que se redactó la capitulación, llevó a la delegación española a apodar de forma burlesca a Clemente VII «el pansinsal». Ni qué decir tiene que un apodo de este tipo corrió como la pólvora entre las tropas, por lo que tardó poco en pasar al lenguaje popular.
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