HISPANIA (I-SPAN-YA) : EL ORIGEN DE NUESTRO NOMBRE.
El nombre de «España» deriva fonéticamente de Hispania, nombre con el que los romanos designaban geográficamente al conjunto de la península ibérica, término alternativo al nombre Iberia, usado por los griegos para referirse a esta misma zona. Sin embargo, el término Hispania no es de origen latino, lo que ha llevado a la formulación de varias teorías sobre su origen, algunas de ellas controvertidas.
La teoría más aceptada en la actualidad es la de que el origen de la palabra Hispania es fenicio. Así, la palabra Hispania procedería de la fenicia « I-span-ya », un término cuyo uso está documentado desde el segundo milenio antes de Cristo, en inscripciones ugaríticas. Los fenicios constituyeron la primera civilización no ibérica que llegó a la península para expandir su comercio y que fundó, entre otras, Gadir, la actual Cádiz, la ciudad habitada más antigua de Europa Occidental. Los romanos tomaron la denominación de los vencidos cartagineses (herederos de la cultura fenicia), interpretando el prefijo i como «costa», «isla» o «tierra», con ya con el significado de «región». El lexema spn, que en fenicio y también en hebreo se puede leer como saphan, se tradujo como «conejos» (en realidad «damanes», unos animales parecidos al conejo y que están muy extendidos por África y el Creciente Fértil). Los romanos, por tanto, le dieron a Hispania el significado de «tierra abundante en conejos», un uso recogido por Cicerón, César, Plinio el Viejo, Catón, Tito Livio y, en particular, Catulo, que se refiere a Hispania como península cuniculosa('conejera'). En algunas monedas acuñadas en la época de Adriano figuraban personificaciones de Hispania como una dama sentada y con un conejo a sus pies.
Pero otros estudiosos, aceptando el origen fenicio de la palabra, no están de acuerdo con su significado. Basándose en el hecho de que el alfabeto fenicio (al igual que el hebreo) carecía de vocales, la palabra spn (sphan en hebreo y arameo) significaría en fenicio «el norte», una denominación que habrían tomado los fenicios al llegar a la península ibérica bordeando la costa africana, viéndola al norte de su ruta, por lo que i-spn-ya sería la «tierra del norte». Por su parte, otros expertos sostienen que la raíz del término spn es spy, que significa «forjar» o «batir metales». Así, i-spn-ya sería «la tierra en la que se forjan metales». Hecho que además estaría justificado por la intensa actividad minera y metalúrgica que existía en las costas de Andalucía, o reino de Tartessos, en los tiempos de la llegada de los fenicios, quienes entre otras razones establecieron sus colonias en estas tierras precisamente atraídos por su gran riqueza minera, célebre en la antigüedad.
En cuanto a los griegos, inicialmente designaron a las actuales tierras que pueblan España y Portugal como la « Península Ophioússa », que significa «tierra de serpientes». Si bien los romanos creían que «Hispania» era una tierra poblada por los conejos, los griegos la pensaban abundante de este tipo de reptiles. Con el paso de los años, los griegos terminaron designando a la península como Iberia, pues «iber» era una palabra que oían constantemente entre los habitantes de la península, relacionado también con el río Íber, probablemente el actual río Ebro.
Aparte de la teoría de origen fenicio, que es la más aceptada a pesar de que el significado preciso del término sigue siendo objeto de discusiones, a lo largo de la historia se propusieron diversas hipótesis, basadas en similitudes aparentes y significados más o menos relacionados. A principios de la Edad Moderna, Antonio de Nebrija, en la línea de Isidoro de Sevilla, propuso su origen autóctono como deformación de la palabra ibérica Hispalis, que significaría «la ciudad de occidente» y que, al ser Hispalis la ciudad principal de la península, los fenicios y luego los romanos dieron su nombre a todo su territorio. Posteriormente, en el siglo XIX algunos defendían que el término Hispania podría provenir de la palabra euskera Izpania, que vendría a significar «que parte el mar» al estar compuesta por las voces iz y pania o bania que significa «dividir» o «partir» dándole así un origen autóctono a la palabra Hispania. Otra hipótesis, más legendaria, suponían que tanto Hispalis como Hispania eran derivaciones de los nombres de dos reyes legendarios de España, Hispalo y su hijo Hispan o Hispano, hijo y nieto, respectivamente, de Hércules.
Será a partir del periodo visigodo cuando el término Hispania, hasta entonces usado geográficamente, comenzó a emplearse también con una connotación política, como muestra el uso de la expresión Laus Hispaniae para describir la historia de los pueblos de la península en las crónicas de Isidoro de Sevilla.
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