La voz de mi conciencia .



—Quiero dejar todo ordenado por si me ausento un rato. La casa recogida, la ropa doblada, las voces en silencio y las luces apagadas.
Quiero limpiarlo todo, por si mi ausencia es larga.
Nada de polvo, nada de trastos,
nada de besos tirados por la ventana.
Quiero ordenar mi ropa, mi cabeza y mi alma.
Saber cómo me visto hoy,
quizá, desnuda estè mañana.
Voy a colgar en perchas el pasado más arrugado, para que se alise poco a poco, dentro del armario.
Los recuerdos más oscuros quedarán en un cajón, guardados.
Los más claros y bellos, los dejarè encima de la cama, por si tienes que usarlos.
Si tardo demasiado, solo pido una cosa: mantener la casa ordenada.
Cada beso,
en su mejilla,
cada nudo,
en su garganta,
cada caricia,
en su espalda.
Cada llanto, en un hombro que no te reproche nada.
El odio y las mentiras, tiralos por la ventana, de noche, cuando nadie ande, en la madrugada.
Pués si a alguien le cae encima, le puede golpear el alma,
y cambiar para siempre su vida.
Y si ves que no regreso, asómate a la ventana, y empieza a imaginarme,
volviendo a casa.
Serena, despacio y descalza.
Pisando hojas secas en el suelo,
con un cuaderno en el bolsillo,
y escrito en èl, mil
"te quieros",
que se quedaron sin dueño.
Por haberme dejado sola en esa casa,
sin orden,
sin alma y sin consuelo.
—Mariló Rivera Looez.

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