El Vaticano.


 La secta legal más influyente y poderosa; me refiero, a la que tiene su sede principal en el país más pequeño del planeta: el Vaticano. Cuenta con infinidad de representaciones por todo el mundo. Dotada de una estructura similar a la militar, hacen todo lo posible por llevarse bien con ellos, porque el Ejercito es el poder físico de una nación; mientras que la Iglesia, tiene el poder psíquico. Son muy comunes los oficiales que son curas castrenses, celebrando misas para los soldados, bendiciéndoles y animándoles para que en caso de guerra, den su sangre por la patria. ¿Pero qué incoherencia es esta? ¿Cómo es posible que exista compenetración entre un arma de fuego y la cruz de Cristo? Y lo que parece absurdo tiene su explicación: Los terratenientes de la Iglesia, esos que dicen no tener miedo a la muerte porque Dios les llevará a su lado; parece ser, que en realidad la temen tanto o más que cualquier mortal. Iglesia y Ejército son uña y carne. Se puede decir que son socios por temor. Unos, por el temor de no conseguir la vida eterna -si estuviesen en conflicto con la Iglesia-; y los otros, por miedo a perder la vida terrenal, -en caso de enemistad con el aparato militar-. Pero al margen de esta alianza Iglesia-Ejército, el poder eclesiástico se extiende mucho más allá de las fronteras. La religión más poderosa, tiene influencia en cualquier parte del mundo, gracias a la gran labor de los misioneros. Es interesante observar la función de un misionero. ¿Qué es un misionero?, ¿un embajador?, ¿un conversor a la fe cristiana?, ¿un trabajador solidario?, ¿un educador?…Es muy posible que sea todo esto y mucho más. Porque son buena gente, que dan todo sin esperar recibir nada a cambio. Pero a lo que quiero llegar es ¿por qué los misioneros están bien vistos, y luego, cerramos la puerta cuando llama un Mormón o un Testigo de Jehová? ¿Es que acaso no son también misioneros de su fe? Ellos quieren reconvertirnos para que vayamos por su buen camino, y nosotros les miramos como si fuesen de otro planeta. Del mismo modo puede pensar un indígena, que está tranquilo en su selva adorando a un árbol, cuando de repente, le vienen a molestar con la pila bautismal. ¿Qué derecho tienen a entrometerse en su vida? Aunque el indígena sea analfabeto, no quiere decir que sea tonto; cada persona se adapta a su hábitat. Ya me gustaría ver a un obispo, comiendo hormigas y viviendo de lo que caza con sus propias manos. Pero claro, es más cómodo ser “el listillo del barrio”, y que te lo den todo hecho, ¿no?. Aunque las intenciones del misionero sean honestas, ¿quiénes son ellos para entrometerse en las creencias de un indígena? ¿Acaso el misionero trae la única y verdadera fe? ¿Qué arrogancia es esta? Al indígena se le puede ayudar con alimentos, medicinas, etc... etc, y por puro altruismo. Pero nunca para conseguir el bautismo; porque eso no es más que un puro chantaje: “te damos comida a cambio de tu alma”, y cuantos más fieles, más poder tendrá la Iglesia. Poder, poder, y sólo poder; este es su único objetivo. Como siempre, el poder lo da el dinero, -otra vez el dichoso dinero-; y la mayor fuente de ingresos que tiene la Iglesia proviene de sus fieles.Sin ir más lejos, una parte de nuestros impuestos, van destinados para el mantenimiento de los anillos que llevan los Cardenales y toda la Curia Vaticana. Pero aunque estos ingresos son tangibles, y por lo tanto controlables, existen muchos otros que no lo son; como por ejemplo las donaciones de fieles agradecidos. Hoy en día hay muchas clases de donaciones a la Iglesia, pero voy a destacar la más común. Se trata de la “donación coaccionada”. ¿En qué consiste? Lo resumiré en una frase: se trata de “un viaje al cielo en primera clase”. Pondré un ejemplo para que se entienda mejor: Supongamos que yo soy un anciano cristiano, y vivo en un piso de mi propiedad. Es entonces, cuando empieza a acercarse “la carroña”. Generalmente van en pareja y suele tratarse siempre de mujeres entradas en edad, que vienen en nombre de la parroquia, con el propósito de auxiliarte para que no te falte de nada, en los últimos días, antes de partir hacia la eternidad. La parroquia, tiene generalmente una base de datos de todos sus feligreses, en donde viene especificado si poseen vivienda en propiedad y otros bienes. Entonces cuando has llegando a una edad crítica, hacen un primer sondeo para ver como está el paciente. Si te ven “a punto de caramelo”, es cuando pasan a la 2ª fase, consistente en el chantaje subliminal por parte de la “parejita de rapaces”, que viene a hacerte compañía. Te intentarán amedrentar hablando del infierno y del fuego eterno, y que sólo hay un camino para la salvación: siendo generoso con tu parroquia y donando tus bienes a la Santa Madre Iglesia; para que de esta forma puedan continuar con “su obra”.Después de muchos días de presión psicológica, acabarás firmando lo que sea. Donarás tu piso y el de tu vecino si me apuras. Porque son tenaces. Vendiendo los pisos de unos cuantos feligreses que caen al año, pueden celebrar la Eucaristía con caviar ruso y Dom Pérignon, -perdón por la blasfemia-. Y eso de “la Obra”, “la Obra”, ¿qué es en realidad? ¿Vivir para servir a Dios, o vivir como Dios? Además, existen otras ramificaciones religiosas todavía más peligrosas, -por su ideología ultraderechista-, que utilizan mucho el término de “Obra”. Por cierto, a estos últimos nunca les he visto en la casa de un pobre. ¿Por qué será ?Pero todo es un juego de niños, en comparación con lo que ocurre en su Sede Central Vaticana. Allí, “la multinacional de la fe cristiana” controla todo, y el Banco del Vaticano suministra los placeres terrenales a la directiva religiosa. Todo se compra con dinero, hasta la vigilia; y aunque ha mejorado su ideología intransigente, si la comparamos con tiempos pasados, -basta con recordar la Santa Inquisición, con la “barbacoa” para miles de personas por no pensar como ellos querían-; hoy en día utilizan los mismos métodos, -aunque eso sí, mucho más sutiles-, cuando les intentan desmontar el chiringuito, que tantos siglos les ha costado construir. Me viene a la cabeza cierto Papa, con cara de inocente bonachón, que no le pareció nada bien, tanta acumulación de dinero y riquezas en su sede, mientras en los países pobres la gente se moría de hambre. Intentó cambiar las cosas y lo consiguió. ¡Ya lo creo que lo consiguió! Porque en un mes, se trasladó de su Residencia Papal, a otra mucho más pequeña, oscura, hermética y silenciosa. Pero eso sí, acomodada para una permanente relajación. …Y con la buena salud que parecía tener…¡Cómo las gastan en el Vaticano!. ¡Pobre del que tenga buen corazón! En religión como en política, la persona que empieza, piensa cambiar el mundo, para que no haya injusticias, pero estos utópicos ideales, van disminuyendo progresivamente cuanto más asciende en el escalafón; hasta llegar al grado supremo, en que “ha comido tanta mierda”, que ya no tiene paladar para degustar otra cosa. ¡Qué triste llegar a esto!. Actúan como la Mafia; una estructura sin fisuras. Y si de vez en cuando aparece una grieta, la tapan con cemento, pero “al viejo estilo”; metiendo los pies de la víctima en el bloque, y cuando fragua, lo tiran al fondo del río. Sin dejar rastros, ni pruebas; con limpieza. Como tiene que ser.Por otro lado, también existe la falsa moral cristiana. En España, por ejemplo, hasta hace muy poco, el hombre homosexual, al no haber libertad sexual, acababa cogiendo los hábitos por temor al “¡qué dirán!”. Y después de muchos años de trastornos, -por no ejercer una necesidad fisiológica normal y equilibrada-, muchos de ellos acababan por practicar la pedofilia con los alumnos de sus escuelas. Hoy en día las cosas han cambiado, porque al tener libertad sexual y tolerancia -por lo menos en apariencia-, ahora pueden salir a la calle, sin importarle a nadie sus gustos sexuales. Y aunque siempre habrá mentes retrógradas, en contra de todo lo distinto a lo normal, ahora más que nunca, la persona que quiera ser sacerdote, lo será por pura vocación -o por salir del paro-, pero no para enmascarar sus complejos sexuales. Lo preocupante es que la Corte Suprema Sacerdotal, siguen siendo de la “vieja escuela”, y no quiero ni pensar, en las aberrantes bacanales que montarán con el dinero de sus feligreses.Como dicen ellos: “Que Dios les perdone todos sus pecados”... porque lo que es por mí…

Resumiendo. Si existe Dios, será único para todo el mundo. Por lo tanto, no nos pasemos el tiempo pensando en lo que ha querido decir, porque cada uno lo interpretará de manera diferente. Por este motivo, surgieron las religiones. Un día vino alguien y dijo algo; pero los avispados de turno, lo tradujeron de la forma que más les convenía para sus propios intereses. Y desde entonces… menuda rentabilidad han sacado. Si bajase Dios a la tierra, -suponiendo que esté en un alto-, creo que sus propios “embajadores terrestres” lo ocultarían encerrándole en una mazmorra, para que no les desmontase el “negocio”. … Y a lo mejor lo han hecho ya.

Dix: RAFA ZAMORA

Publicadas por lenguadefuego


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