Cerca del corazón salvaje.



     [...] se vive y se muere. Todos olvidaban, todos sólo sabían jugar. Los miró. Su tía jugaba con una casa, una cocinera, un marido, una hija casada, visitas. El tío jugaba con dinero, con trabajo, con una granja, con el juego de ajedrez, con los periódicos. Sí, se gustaban de un modo distante y viejo. De vez en cuando, ocupados en sus juguetes, se lanzaban miradas inquietas, como para asegurarse de que seguían existiendo. Después retomaban la tibia distancia, que disminuía a causa de algún resfriado o de un aniversario. Durmiendo juntos en realidad...

     [...] Poseer cada momento, unir a ellos la conciencia, con pequeños filamentos casi imperceptibles y más fuertes. ¿Es la vida? Incluso siendo así, ella se me escaparía. Otra manera de capturarla sería vivir. Al final, ¿que es lo que importa: vivir o saber que se está viviendo?

     [...] Es necesario que no olvide, pensé, que fui feliz, que estoy siendo más feliz de lo que se puede ser. Pero lo olvidé, siempre lo olvidé.

Imagen;

 Clarice Lispector 

 artista Vincent Bourilhon.


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