Soy de otro cuento.
Soy de otro cuento.
no conozco el país de las maravillas,ni tengo la belleza de Blancanieves,
tampoco el pelo largo de Rapunzel...¡no canto como la sirenita!.
Yo vengo de otro lugar,
¡soy de otro cuento!...
Uno ¡llamado realidad!,
donde las princesas se rescatan solas y besan sapos que nunca se volverán príncipes.
¡No buscamos un príncipe!...queremos un hombre de verdad,
un ogro como Shrek,
¡que se juega la vida por su Fiona!...un loco...¡un Quijote de la Mancha!, que pelea a muerte por su amada Dulcinea.
¡No queremos siete enanos!, tampoco palacios y castillos, ¡nos basta un ser como la bestia!...que nos ame como él ama a la bella.
¡Soy de otro cuento!,
uno mucho más bello, donde no hay dragones, ni hadas madrinas, tampoco pócimas de amor, ni hechizos que te solucionen la vida.
Mi cuento no siempre termina en...¡Fueron felices para siempre!, aquí se llora, y muchas veces se sufre, pero se aprende. Lo que sí hay en mi cuento...¡Es magia!.
Puedo romperme, quedar hecha pedazos, ¡pero reconstruirme!.
Como ves, mi cuento es diferente, porque lo escribo yo, lo único que no cambia, es que en él también hay una princesa... ¡Y en este la princesa soy yo!.
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LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ
Tengo 82 años, 4 hijos, 11 nietos, 2 bisnietos y una habitación de 12 m2.
Ya no tengo mi casa ni mis cosas queridas, pero sí quien me arregla la habitación, me hace la comida y la cama, me toma la presión y me pesa.
Ya no tengo las risas de mis nietos, el verlos crecer, abrazarse y pelearse; algunos vienen a verme cada 15 días; otros, cada tres o cuatro meses; otros, nunca...
Ya no hago croquetas, ni huevos rellenos, ni punto, ni crochet.
Aún tengo pasatiempo para hacer sudoku que entretienen algo.
No sé cuánto me quedará, pero debo acostumbrarme a esta soledad; voy a terapia ocupacional y ayudo en lo que puedo a quienes están peor que yo, aunque no quiero intimar demasiado. Desaparecen con frecuencia...
Dicen que la vida se alarga cada vez más.
¿Para qué?
Cuando estoy sola, puedo mirar las fotos de mi familia y algunos recuerdos de casa que me he traído. ¡Y eso es todo!
Espero que las próximas generaciones vean que la familia se forma para tener un mañana (con los hijos) y devolver a nuestros padres el tiempo que nos regalaron al criarnos.
"Cuidar de quien ya cuidó de nosotros, es la mayor de las honras y la mayor de la oportunidades, para retribuirles en parte, el haber vivido para nosotros".
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