La croqueta, invento francés que los españoles perfeccionaron.


Aunque la croqueta tiene numerosos antecedentes a lo largo de la historia humana, ya que desde la Antigüedad se ha usado como técnica para reaprovechar las sobras, la croqueta moderna se origina en el antiguo Reino de Francia. Está extendida la creencia de que fueron inventadas en el siglo XIX por chef Antonin Carême. Sin embargo, aparecen más de un siglo antes en el recetario "Le cuisinier royal et bourgeois" (1691) de François Massialot, el cocinero del duque de Orleans. En él se puede leer la primera receta de croquetas bajo el nombre de croquet.

Su nombre proviene del francés croquette, del verbo croquer ('crujir') y el sufijo diminutivo -ette, es decir, 'crujientita'. 

A España las croquetas posiblemente llegaron durante la Guerra de la Independencia (1808-1814), cuando se adoptaron muchas costumbres de la élite francesa (el afrancesamiento), entre ellas, la comida. Se tiene constancia de que en 1812 fue ofrecida a las tropas inglesas una fritura de croquetas.​ La croqueta en España fue desde sus inicios patrimonio de las clases populares, ya que combinaba productos económicos como la harina con restos de lo que fuera, generalmente gallina vieja.

En 1819, en una carta que Leandro Fernández de Moratín le envía a un amigo suyo, le aconseja para lidiar con el aburrimiento «engullir ricas croquetas».​ De 1830 se registra una receta de croquetas de arroz dulce en el Manual de la criada económica.18​ A lo largo del siglo XIX aparecen recetas de croquetas en los libros de cocina del Reino. La croqueta logró una amplia y rápida aceptación en las cocinas españolas, y para finales de siglo, ya se hubo extendido por toda la península e incluso territorios de ultramar, como Cuba o Puerto Rico. A pesar de su origen francés, en España las hemos adoptado y mejorado, como bien indica en su célebre publicación "La cocina española moderna" (1917), la escritora gallega Emilia Pardo Bazán al escribir sobre la adaptación de la receta original de croquette francesa al gusto español:

"Hay que añadir que la croqueta, al aclimatarse a España, ha ganado mucho. La croqueta francesa es enorme, de forma de tapón de corcho, dura y sin gracia. Aquí, al contrario, cuando las hacen bien, las croquetitas se deshacen en la boca, de tan blandas y suaves"

Ahí está la clave, en hacerlas bien. A partir de ahí, sean croquetitas o croquetonas, cocretas o cocletas, todo son gustos. Y para todos hay colores y una croqueta perfecta. Y es que lo único malo de la croqueta, como dijo el gran Ramón Gómez de la Serna, es que las croquetas deberían tener hueso, para que pudiésemos llevar la cuenta de las que comemos.


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