Feliz Samain.

 Está a punto de comenzar una de las noches más mágicas del año. El Samhain o Samaín celta, que junto con el Alban Heruín o noche de San Juan tras la dominación cristiana, marcaban los ciclos anuales de comienzo y final de siembras y cosechas. La rueda de la vida. La madre naturaleza se aletarga y adormece para resurgir renovada con la llegada de la primavera.

Durante estas últimas horas, siempre según los ritos celtas, la línea que separa el mundo de los vivos y el de los muertos, se va difuminando, haciéndose cada vez más tenue y débil, hasta culminar con la medianoche, en que resulta poco menos que imperceptible. Llegado ese momento, los que moran al otro lado, los que se marcharon,que nunca se marchan del todo, solo cambian de plano, se asoman a nuestra realidad, nostálgicos de las cosas de los vivos y de los seres y lugares que aman. Por eso los celtas ponemos velas encendidas, candiles o calabazas vaciadas convertidas en linternas en puertas y ventanas. Para indicarles a los que ya no están, cual es el camino de regreso hasta la que sigue siendo su casa, pues de lo contrario, si no encontrasen el camino, vagarán toda la noche buscándonos a través de los ojos de los gatos. Si esta noche te cruzas con un gato, dale comida y bebida, puede portar dentro el alma de alguien buscando compañía y cariño. En algunos lugares de las naciones celtas, todavía se conserva la costumbre de en la cena de esta noche, dejar una silla vacía en la mesa, pero servida de comida y bebida como un comensal más.

Con la llegada de las primeras luces del alba, mientras las fronteras entre el mundo de lo vivo y lo no vivo se restablecen, los nuestros que partieron regresarán al otro lado, satisfechos, honrados y orgullosos de los que aquí nos quedamos y algún día, tarde o temprano, nos reuniremos con ellos y nosotros habremos reforzado los lazos con aquellos que fueron y gracias a los cuales, somos lo que somos.

Una vez más, la rueda de la vida gira y gira.

Que la noche y el corazón te sonrían, hermano o hermana..

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