Lo que hago es muy sencillo.


 Lo que hago es muy sencillo.

*Lavar platos y vasos es fácil, pero hacerlo tres veces al día todos los días, no lo es.

*Meter ropa a la lavadora y tener la comodidad de pasarla a una secadora es “pan comido” pero hacerlo durante semanas, meses y años, no lo es.

*Preparar alimentos para mis hijos es algo que disfruto porque los amo pero no puedo negar que el solo hecho de pensarlo -a veces- me agobia.

Si alguien más “espulgara” en mis deberes de mamá de tiempo completo seguramente diría que lo mío es fácil. Y tiene razón.

Ninguna de mis actividades requiere de una fuerza sobrehumana y mi IQ no necesita ser mayor que el de la mayoría para que pueda cumplir con lo que me toca.

Cualquier persona en este mundo puede hacer lo que hago… lo que importa aquí no es el “que” sino “por cuánto tiempo” lo he hecho y lo seguiré haciendo…

Supongo que así pasa con todo. Los trabajos no son pesados si sabemos que tienen un final. Las jornadas en una oficina son “aguantables” porque sabemos qué hay invariablemente se acabarán.

Sin embargo, la labor de una mamá es interminable. Y si a esto le sumas el trabajo del hogar, entonces es simplemente agobiante.

Por eso, cuando te sientas cansada y alguien te diga que lo que haces realmente no merece mucho esfuerzo, prueba diciéndole que intente hacerlo por 20 años y verás que a la semana te devuelve tu puesto.

Animo! Hay días que los pies, la cabeza, el alma y el espíritu pesan. Ten compasión contigo, acurrúcate con tus pollos y date un respiro.

Mañana será otro día y la mugre… si que sabe esperar.

Por un día (o varios) de flojera.


Comentarios