Maldito tú.
Maldito tú,
pues conoces las palabras
para robarme tranquilidad y cordura,
y mantener apresado mi corazón.
Y en mi maldición te envío salud
para que tu vida sea larga
y memoria con que recordarla.
Que ni un día falte el pan en tu mesa
ni la ternura en tu cama.
Que te siga una buena estrella
y la fortuna te anide en sus manos.
Te enviaré los vientos si el calor te abrasa
y te mojaré de lluvia cuando me tengas sed.
Te pondré el sol en tus manos
si la ausencia te las deja heladas.
Y todos los días y sus noches
gozarás con el amor verdadero
de una buena mujer.
Pero yo te maldigo,
y con ello me salvo,
para que esa mujer nunca sea yo.
Irela Perea
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