¿A qué se debe que La Gioconda sea el cuadro más famoso del mundo?




Más allá de su belleza o del hecho que haya sido pintado por Leonardo, este cuadro no es tan famoso como lo es en nuestros días sino hasta hace relativamente poco. Su lanzamiento a la fama definitiva y sin igual se da a partir de 1911, cuando lo roban del Louvre.

No se trata ni de una banda de especialistas ni de un robo ejecutado por un criminal de una mente superior. El ladrón es un hombre sencillo, poco brillante. Un carpintero que ha trabajado en el museo, llamado Vincenzo Peruggia. Ha instalado la puerta de vidrio que protege la obra maestra, tiene el uniforme de los empleados del museo y sabe cómo está fijada la pintura en el marco.

Un lunes, cuando el Louvre está cerrado al público, entra como parte del personal. Desatornilla el marco, esconde La Gioconda (que está pintada sobre una tabla de álamo) cubriéndola con su uniforme, y sale caminando normalmente con ella bajo el brazo.

Recién al otro día, cuando se reabre el museo para el público, notan la desaparición del Da Vinci. Y, ante el escándalo, cierran el museo durante una semana.

Lo gracioso es que al reabrir, el museo tiene un récord histórico de venta de entradas. Algo inusitado, más cuando la gente paga la entrada no para ver un cuadro sino un lugar vacío en la pared.

Es un caso de resonancia mundial. Gran cantidad de recursos y de hipótesis para intentar dar con el cuadro, que en realidad siempre está a pocas cuadras del Louvre, sobre una mesita, en la humilde habitación de hotel donde vive Peruggia. Él no sabe bien qué hacer con la obra.

Se cuenta que el autor intelectual, quien ha incentivado a Peruggia a efectuar el robo, es un tal Valfierno, un estafador, que no quiere el original de Da Vinci sino la noticia del robo para engañar a millonarios con reproducciones. El mito es que encarga seis copias y las vende.

Después de más de dos años, Peruggia ve un anuncio en el periódico donde un anticuario Florentino propone comprar objetos de arte a buen precio. Él le ofrece inocentemente la mismísima Mona Lisa y así es atrapado.

Toda la historia resulta tan disparatada, que el gran público que la sigue más que condenar a Peruggia termina encariñándose con él. Se lo considera una especie de romántico encantador. Es más: sólo pasa en prisión unos meses.

El robo ha logrado que no sólo se hable en todos lados de La Gioconda, sino que su imagen sea reproducida millones de veces en periódicos, noticieros cinematográficos, postales, afiches y cajas de productos de consumo masivo.

La Gioconda ha pasado de ser uno de los cuadros más representativos del Renacimiento a ser un verdadero fenómeno, un ícono de la cultura masiva. A tener la fama de una verdadera celebridad pop décadas antes de la cultura pop.
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